Se presenta Solo sabemos aullar en Oaxaca.

Nallely Guadalupe Tello Méndez y Dora Margón

#Oaxaca 10 Ene (#Istmopress) – Después de no pisar un escenario en los últimos tres años, Zaría Abreu Flores, luego de terminada la presentación de su poemario Solo sabemos aullar mandó un audio a quienes tuvimos a bien presentarlo el sábado pasado en “Las Brujas. Espacio cultural” para decir “Me hicieron sentir que estuve ahí”. Y es que Zaría no pudo estar en la presentación de su libro, pero pudo a través de una transmisión en vivo. 

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En la presentación que tuve el agrado de moderar, estuvieron Daniela García, y Bexa Perel, quienes entre lágrimas escucharon los vídeos que Zaría hizo llegar para el evento y Tania Chan que solidariamente cantó y musicalizó algunos de los poemas. 

 

Cada una de las participantes habló del libro, pero además contaron anécdotas sobre su relación con Zaría y como se fue forjando la amistad que sostienen con ella, y es que Zaría, además de escritora, es tallerista, una tallerista particular que busca hacer de la escritura un acto comunitario, una manera de convertir la palara en resistencia y un modo de generar redes de autodefensa… Así es como Daniela contó que en una de la sesiones de taller de escritura con Zaría, una compañera al leer un texto se quebró y Zaría no tuvo reparo en donar una sesión más para ser sostén y generar una dinámica grupal que las abrazase a todas; también Bexa Perel nos contó que su mamá, Doña Hilda, tomó con Zaría un taller de escritura autobiográfica para mujeres mayores de 70 años, en este taller Doña Hilda se sintió validada en sus experiencias y saberes, arropada por el acompañamiento de Zaría; de hecho, generó un lazó tan fuerte que cuando supo que se presentaría el libro quiso participar leyendo uno de los poemas de Zaría y dedicándole unas palabras; no es común ver a una mujer de la edad de Doña Hilda, animarse a subirse a un escenario y leer poesía por primera vez, éste fue quizá uno de los momentos más emotivos del encuentro y uno de los que más habla de lo que genera Zaría como escritora y poeta. Un espacio comunal donde “todas es todas”, como suele repetir ella en sus redes sociales, por eso doña Hilda Reyes quiso venir a ofrecer su palabra; Bexa Perel comentó que ese taller había cambiado sustancialmente su relación con su madre y le había ofrecido a Doña Hilda una red, Doña Hilda, fuera del escenario comentó que le dolió mucho el libro de Zaría, pero que lo compartía todo, que ella había vivido cosas similares a las que Zaría “habla”.

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Zaría no estuvo presente en la presentación porque sufre una afección de la que poco se habla: Covid persistente, misma que le dificulta respirar, movilizarse y le ha generado más de 60 síntomas discapacitantes y varias enfermedades más. 


La autora, además de tener una enfermedad que la discapacita es también neurodivergente; en poemas como Zarkaneana, Rivotril dos punto cinco y Gatitarivotril da cuenta de ello. Nos mira de frente. Nos dice aquí estoy aunque no quieras verme, nos interpela desde la entraña y nos sacude. Para leerla hay que respirar profundo, estar dispuestas a enfrentarse al dolor pues, nos advierte:  

 

yo no estoy herida
yo SOY la herida
sutúrenme

paren la hemorragia…

Zaría, originaria del Istmo de Tehuantepec, también nos cuestiona desde su ser feminista. Se duele no solo por su cuerpo roto si no por el de todas las mujeres víctimas de violencia en este país. Poemas como Aserrín, aserrán, Siete mujeres cada día, 18 segundos, lo constatan. 

 

Si en principio, los textos de Zaría pueden generar un deseo de huída porque no siempre queremos ver el dolor -ni propio ni ajeno-, es tan brutal como real su propuesta que no podemos si no continuar leyéndola, acompañando a esta autora que en su palabra honesta nos convoca y nos salva -a ella y a nosotras-. 


Al cierre de varios poemas nos llama a acuerparnos entre mujeres pero, son quizá los últimos versos de Esto no es un pinchepoema donde más claramente se expresa este ser en colectivo que nos sostiene. Y además en el que mejor se expresa el triunfo de la rabia de la autora sobre el dolor: 

 

Intento mantenerme en pie,
sobre un país de mierda, que es un alambre de púas,
un cuchillo enterrado en la vagina.
Sobre un país que nos viola, degrada, juzga, mata.
Sigo de pie, sigo extendiendo la mano,
vuelve a sonar el teléfono, contesto:
soy yo, somos todas:
‘sigamos de pie’ me digo (nos decimos).
E q u i l i b r i o p r e c a r i o

 

Al final del recorrido por múltiples dolores Zaría levanta la cara; mira a quienes le acompañan y dice, a través del epílogo de su libro: 

 

Vienen, con toda su hermosura y me miran… entonces yo hago el
esfuerzo, me abro las costillas, me quiebro el esternón, desgarro los
músculos abriendo el pecho, ahí está mi corazón, todavía latiendo,
tembloroso, sucio de años en su espera, aterido de heridas y navajas.
Ahí está mi corazón, me vuelvo valiente para limpiar la llaga (…)
me levanto, saco la espada de su funda y marcho –otra vez- al campo de batalla.

 

Así es como Zaría, nos convoca también a estar y tejer juntas, nos habla de la importancia de la escritura como un acto colectivo en donde las batallas se libran juntas. La espada invocada se levanta por el poder alquímico de compartirse, de ser junto a las otras.

 

Este ser junto a las otras y la escritura han salvado muchas veces a Zaría, quien nos dice: 

 

las palabras vuelven a ser esta cobija inútil, roída,
llena de agujeros… y sin embargo insisto, jalo la cobija (que no me
cubre ni la mitad del cuerpo) jalo la cobija de mis palabras gastadas
como si de una armadura eficaz se tratase…

Solo sabemos aullar es una molotov. Si buscas un poema de oropel no lo encontrarás en esas páginas; lo que sí hallarás son palabras de amor feroz y ternura radical que son necesarias para sostenerse en estos tiempos; aunque advertimos: la incomodidad va de por medio. 

 

Zaría Abreu Flores es una escritora sin máscaras, ni reparos, es una autora que ha mutado en cuerpo, piel y mente y, por lo cual, sus palabras son mutantes también. Solo sabemos aullar es una apuesta máxima de quien ya no tiene nada que perder, nada que demostrar o callar.

 

Lejos, muy lejos, quedaron los fines meritocráticos, marketeros o académicos, estos poemas son algo más grande: un acto y testimonio de resistencia, un registro vivo de todo aquello que, por fines políticos o comerciales, se deja en el silencio o el olvido y que Zaría ni calla ni olvida.


Este libro es también palabras-ofrendas, palabras-caricias, palabras-remanso para la herida, la rotura; es la voz de aquellas personas que viven a la orilla, al margen. Las inadecuadas, las rotas, las locas, las incomodas.

 

Atreverse a labrar espacio creativo y estético en el filo de las cuchillas es un acto de valentía y generosidad encabronadas. Valentía porque Zaría nos muestra sus ojos abiertos mientras va registrando la densidad del abismo, el tiempo del derrumbe, la temperatura del descenso; valentía es hacerse de la voz durante el desplome. Y generosidad porque al compartir y registrar los datos de su propios colapsos, Zaría nos regala la posibilidad de ver los propios también de frente, en plena desnudez  y vulnerabilidad, sin juicio, ni vergüenza; en completa honestidad y comunión con nuestras grietas, abriendo un metro cuadrado para aceptar el cansancio y descansar. 

 

Podríamos extendernos en todo lo que Zaría y sus palabras significan en estos tiempos, pero no queda más que adentrarse por cuenta propia a esas tierras movedizas.’

 

Solo sabemos aullar puede conseguirse en la Ciudad de Oaxaca en ‘Las Brujas. Espacio Cultural’ y en ‘Librespacio La Jícara’ y si están en alguna otra parte busquen en redes sociales a la autora como Zaría Abreu Flores.

 

Si quieres conocer la historia de Zaría puedes hacerlo en este link https://www.instagram.com/p/CmxVboRKZcP/?hl=es y si quieres aportar puedes hacerlo en el paypal @ZariaabreuF

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