Rescatan producción de algodón  y  telares tradicionales en San Mateo del Mar

*Crean escuelita del campo donde niños y niñas aprenden a elaborar prendas de telar y cosecha de algodón

 

#SanMateodelMar 16 Feb (#Istmopress) – Edgar Abrego Victoria es agrónomo  forestal, estudió en la Universidad de Chapingo pero hace un año volvió a su natal San Mateo del Mar para  impulsar  la siembra del algodón, un cultivo que se ha quedado en el  olvido y que era de gran utilidad para las mujeres artesanas de telar  porque  lo usaban para elaborar  hilos para sus prendas y que ahora sustituyen por hilos sintéticos.

 

El proyecto de Edgar  al que llamó “Monpiüer” en su lengua Ombeayiüts y  que en castellano significa  “Sembradores de Algodón”  se emplea con la aportación económica  que obtuvo a  través  del fondo cultural Pacmyc y que pretende  concluir en el mes de julio.

 

“Monpiüer” busca contagiar en los niños y jóvenes el gusto por el cultivo del algodón y al mismo tiempo la enseñanza del textil tradicional que actualmente unas 15 artesanas lo elaboran en este pueblo que reúne a cerca de 8 mil habitantes.

 

La finalidad de Edgar es qué con este proyecto se recupere las enseñanzas de los abuelos,  porque recordó que los suyos, Lucas y Genoveva le contaron  que anteriormente  en los patios de las casas  de San Mateo del Mar había plantíos de algodón y las mujeres  lo  colectaban  para elaborar  sus hilos para tejer, por lo que ahora desea que nuevamente se recupere este cultivo tradicional.

 

El proyecto incluye también desde la colecta de semillas, en su casa este joven tiene un huerto de traspatio donde germina el algodón y al mismo tiempo cosecha el algodón.

 

En el patio de su casa, Edgar montó un taller de telar donde la maestra artesana Sonia Abasolo Valle  y su hija Kenia Abrego Abasolo comenzaron a impartir sus enseñanzas a ocho niñas, niños y jóvenes con la finalidad de que sean ellos los próximos artesanos en donde además aprenderán a  cultivar el algodón de tal forma que  revivan las enseñanzas de los abuelos ikoots.

 

Alrededor del árbol están montados los telares que cada aprendiz sostiene en su cintura, las agujas y todos los accesorios que usan  fueron fabricados por las  maestras artesanas de tal forma que el método de enseñanza es totalmente tradicional.

 

El Ombeayiüts se hace presente mientras las maestras dan sus clases, y eso es enriquecedor porque también se hace una revalorización de la lengua materna.

 

 

 

 

Sonia Abasolo está contenta porque ahora su aprendizaje se multiplicará porque era una de sus preocupaciones de saber quien heredara su conocimiento pero ahora sabe que su misión se ha cumplido y serán ocho nuevos artesanos que tendrá San Mateo del Mar.

 

“Ellos aprenderán como yo aprendí con mi abuela cuando  tenia 7 años de edad, usaremos el hilo de algodón que nosotros mismos cosechamos, eso ya no se ve en el pueblo y ahora con Edgar y su proyecto lo lograremos, el primer paso ya lo tenemos, ya son ocho niños y jóvenes que asisten muy a gusto y están aprendiendo”.

 

Gael Ventura Abregón tiene 12 años de edad  y llegó por cuenta propia al taller porque quiere ser artesano de telar como lo fue un día su abuela quién lo practico por más de cuarenta años.

 

De todos sus familiares, Gael es el único que se inscribió y está feliz de las enseñanzas que recibe, con delicadez toma su telar y se la acomoda en la cintura, posteriormente coloca los hilos y los va tejiendo mezclando los colores, no es nada sencillo asegura pero por lo pronto terminará una servilleta, que será su primera obra.

 

“Me siento muy contento por este taller, porque ya aprendí a tejer lo básico, no es nada fácil pero tampoco complicado, también nos han dicho que aprenderemos a cultivar el algodón y usaremos el hilo para elaborar una prenda en nuestro telar, todos estamos emocionados porque las maestras nos están compartiendo su sabiduría”.

 

La escuelita de campo de San Mateo del Mar  se abre todos los sábados y durante varias horas niñas, niños y un par de jóvenes comienzan a tejer, es un ritual aseguran que elaboran mientras disfrutan hablar de su lengua, comparten risas y lo mejor están aprendiendo a valorar lo que los suyos les heredaron.

 Diana Manzo / Agencia de Noticias IstmoPress

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