A un mes del terremoto, Jesús y Francisca no han podido trabajar, no hay horno y tampoco palmas

#UniónHidalgo, Oax.- ¡El 7 de septiembre no se olvida! expresaron Francisca Benítez de la Cruz y Jesús Toledo de la Rosa, quienes a un mes del terremoto de 8.2 grados no han podido generar ingresos para su familia, su cocina se desplomó y con ello su horno de comixcal, desde entonces no elabora sus tortillas, mientras que él tampoco ha podido ir a colectar sus palmas porque ha llovido y es imposible transitar.

Son originarios de Unión Hidalgo, viven en la última casa sobre el callejón Pensador Mexicano en el Barrio de los Palmeros, su vivienda, herencia de los padres de Jesús se desplomó, se han quedado prácticamente en la nada, sin casa y sin cocina para hacer las tortillas y poder comer.

Del hogar de Francisca no quedó nada de vivienda y tampoco cocina, un par de lonas que les donaron son los que han colocado como cubierta de su refugio para protegerse de la lluvia y el sol porque todas sus pertenencias se perdieron, su casa se pulverizó aquel 7 de septiembre, cuando la tierra se movió fuertemente.

Con lo único que han subsistido es con los víveres que la sociedad civil les ha compartido como muestra de solidaridad. A Francisca tampoco la censaron para recibir apoyo por su horno y no sabe si le darán o no el dinero para reconstruirlo, por lo pronto su hija es la que ha solventado los gastos de comida desde hace un mes.

Francisca expresó que 15 días después del terremoto llegaron a censarle la casa y le preguntaron si tenia horno de barro, les afirmó que sí, pero desde entonces no ha vuelto a saber si llegará o no un recurso para poder reconstruirlo.

“Hemos comido lo que nos han regalado, no hay de otra, no puedo hacer tortillas para vender porque no tengo horno, mi esposo no tiene empleo, él es palmero, se dedica a cortar la palma y secarla para después venderla, pero ahora con la lluvia que tenemos el terreno que llamamos palmar está lleno de agua, es imposible entrar y cortar la palma, es sumamente triste todo esto que vivimos”, señaló.

La desolación y pobreza les invade porque no tienen un recurso para empezar a comprar y rehabilitar su cocina que es su única fuente de ingreso, hasta el pasado 7 de septiembre había cumplido unos 30 años realizar tortillas de horno durante la mañana y la noche para sobrevivir.

“Desde que mis hijos nacieron no he hecho otra cosa que elaborar tortillas, esta casa donde vivíamos fue de mis suegros, con ellos me adapté y cuando murieron la heredamos, la casa se desplomó el pasado 7 de septiembre, salimos corriendo porque el techo se nos venia en la cara, fue triste perder nuestro patrimonio, reconstruir será duro”, dijo.
Jesús es palmero pero tampoco ha podido ir al campo a cortar las palmas que vende a los “Vallistos” como llama a los compradores originarios de Puebla debido a que la lluvia invadió de agua los terrenos y es imposible entrar.

La producción que había conseguido quedó atrapada entre los escombros al colapsarse la vivienda la noche del terremoto, todo se perdió desde entonces.

El palmero heredó este oficio de su padre desde hace más de 40 años, en los tiempos de sequia acude al campo a cortar la palma verde y después lo trae a su casa, su familia lo raja y lo coloca al sol, vende el millar a 900 pesos, es decir 90 centavos una palma.

Desde hace un mes no puede ir al campo, antes del terremoto vendia cada tercer día un millar a 900 pesos, las palmas son delicadas y las guardaba en su casa, ahora se ha quedado sin casa y por la lluvia que ha caído en los últimos días es imposible transitar en el campo para ir a cortar la palma.

“Llevo un mes sin obtener dinero, cada tercer día vendía un millar de palma a 900 pesos, pero ahora no hay nada, nos quedamos sin casa, mi esposa tampoco puede elaborar tortillas porque su horno se rompió, hemos recogido los troncos y las tejas y con eso voy a reconstruir uno nuevo, por fortuna hay gente solidaria que llega y nos ha cooperado para poder seguir viviendo, es difícil cuando uno no tiene un ingreso seguro”, expresó el palmero.

De sus autoridades lamentan que nada han recibido, pero tampoco se doblegan, agradecen los apoyos que si les han llegado, como lonas y comida, saben que no es mucho pero pronto se recuperaran.

“Sabemos que la vida es dura, no es fácil pero se podrá salir adelante, esperamos que la lluvia paré para que mi esposo vaya al palmar y nuevamente la vida se regenere, confiamos que Dios no nos abandonará, esto que nos dio solo es una lección de vida”.

Añoran que la reconstrucción que llegue pronto, y en sus tarjetas se refleje el apoyo, no hay de otra, es su esperanza, con los 120 mil pesos que le tocará piensa construir una casa pequeña y un baño con techo de lamina.

“Será imposible construir una casa como la que tuvimos de teja, adobe y ladrillos, la vamos a extrañar, el dinero que dará el gobierno no alcanzará, del cimiento nadamás son como 50 mil pesos, la nueva que haremos la reforzaremos, será una pequeña, no queda de otra”.

Mientras ven los días pasar, juegan con sus nietos y ayudan a limpiar el patio, las replicas continúan y la incertidumbre sigue firme, a pesar que muchos han comenzado a regresar a sus actividades diarias, para Francisca y José aún no, no hay horno y tampoco palma.

 

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