Los Negros, tradición bixhahui, ícono de Chihuitán

#Chihuitán, Oax.- En su origen, la Danza de los Negros fue una obra teatral exclusiva para la aristocracia de la Nueva España, con el paso del tiempo, en Chihuitán, el pueblo se apropió de la obra y la sacó del teatro para llevarla a las calles, casa por casa, hasta convertirse en referente histórico y código de unidad del pueblo bixhahui (chihuiteco).

El investigador René Rueda Ruiz, autor del libro “La Danza de los negros”, expresó que la danza fue difundida como parte de la evangelización católica por frailes Dominicos –desde el siglo 16– en esta zona de la región del Istmo, por lo cual aún conserva su carácter ritual y religioso.

Sin embargo, al fusionarse con la tradición zapoteca, la danza se ha convertido en parte fundamental de la unidad e identidad de Chihuitán, presente en las fiestas titulares del 31 de julio al 5 de agosto de cada año.

Respecto a la importancia de la danza en la comunidad, el investigador señaló que los niños chihuitecos no necesitaban de héroes extranjeros, al terminar las festividades de agosto, todos imitaban a los negros, bailando y agitando los improvisados chicotes. Y aún la actualidad, la influencia de esta tradición en la infancia chihuiteca es relevante.

La danza

Por lo menos desde hace un siglo la Danza no ha sufrido modificaciones, “los negros y su yegua, se unen en la quietud del tiempo, son los vigías de las generaciones, eternos fantasmas que no envejecen, perduran por siempre empuñando sus chicotes rebeldes y la espada de la fe. Son un misterio que nunca se acaba” se lee en la obra escrita por Rueda Ruiz.

La danza es ejecutada por un grupo de nueve personas (una Yegua y ocho Negros). La Yegua es representada por una persona dentro de una armazón de madera con cabeza de yegua, el personaje que porta la armazón lleva una máscara de madera pintada de color blanco con facción femenina, “de ahí que en Chihuitán no le digamos caballito, sino Yegua”, explica René Rueda.

Los Negros representan “el mal”, vestidos con máscaras negras, de rudas facciones y largas y desordenadas barbas. Ellos son sometidos por la Yegua aunque mantienen su actitud rebelde armados con látigos o chicotes.

Otra de la peculiaridades es la arenga de los Negros, cada vez que piden “sitio” en una casa para ejecutar la danza. La música está a cargo de un pitero y un cajero, quienes hacen sonar el Son de Camino, Son de Negro, De Caballito, De Yegua, De Torito y corrido de Pablo Sidar.

“La danza no es una imitación grotesca, como algunos coreógrafos han pretendido hacer de ella; es, eso sí un baile que motiva la alegría, a la liberación de energía y entretenimiento sano entre quienes la disfrutamos”, señala el autor del libro.

Toda la comitiva está bajo la dirección y apoyo del mayordomo y el secretario, quien morral al hombro, guarda las cooperaciones hechas en cada domicilio.

El día primero de agosto es el más esperado por los Chihuitecos, pues se sabe que con el primer “chicotazo” se apertura la tradición. Ese día después de visitar el templo de Santo Domingo (construido en el siglo XVI), Los Negros van al Palacio Municipal donde el Cabildo en Pleno les entrega documentos que les autoriza danzar en todas las casas de la comunidad hasta el 5 de agosto.

Los siguientes días se realizan las velas y el 3 de agosto se lleva a cabo de la regada de frutas, previo a la vela del pueblo. Durante este día los Negros encabezan el recorrido cargando cañas; el evento trascurre por las calles de Chihuitán y finaliza cuando las autoridades municipales llevan a los pies del Santo Patrono la flor de la montaña.

Polémica

Desde 1970 la Danza de los Negros de Chihuitán no es “seleccionada” para ir a la Guelaguetza, por “su deslucido vestuario”, en ese sentido René Rueda Ruiz pregunta si los organizadores de la Guelaguetza buscan el lucimiento de un vestuario o la autenticidad de las danzas.

Otra de las polémicas es la “pertenencia” de la danza, esta fue una de las razones por lo que Rueda Ruiz presentó el libro “La Danza de los Negros” para llevar el debate más allá de los “dimes y diretes”, con fundamentos de la investigación documental del origen de esta tradición.

René Rueda Ruiz fue presidente municipal de Chihuitán hace 22 años. Es autor de los libros Expresión de sentimientos (2002), Bixhahui (2006), Relatos y retratos (2014) y La Danza de los negros (2016).

Martín Vargas / Corresponsal

Fotografía: Jacciel Morales

 

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