Cestería: penca y manos creadoras.   

En Unión Hidalgo, Oaxaca, existe una extensa área poblada de palmas lo conocen como “El palmar”, 829 hectáreas. Sitio actual que se ve amenazado por las empresas transnacionales, no por la palma en si misma, sino por el cambio de uso del suelo, al no estar regulado,  y ser de carácter comunal agrava está situación.

Poco se habla de ello, a no ser que los parques eólicos inicien las consultas previas, además ya se conoce por los vecinos cercanos del barrio Palmeros, que no serán previas ni informadas, e incluso hay personas defensoras como el señor Laureano Toledo López conocido como el Palmerito, que se han pronunciado de manera permanente a su salvaguarda. Y recibe muy poca o nula atención a esta demanda.

De ahí el nombre del barrio, por ser quienes obtienen la materia prima para darle  diversos usos como la fabricación de las cintas un trenzado de palmas secas, que no tiene mercado fijo, ni salida al exterior, hace algunos años asesinaron al único comprador de la palma y estos objetos tejidos. Por lo que, seguir haciéndolos es casi para no perder la costumbre. A demás el precio de estas cintas siempre fue muy por debajo de su costo requerido.

En otros años, se aprovechaba todo el árbol. Que va en unos usos tan diversos como el de los estropajos, creados con un manojo de hilos finos sobrantes, generalmente durante el rajado de la palma fresca. Después del rajado de la palma, queda el esqueleto, fibras más gruesas, que con ella se podían fabricar escobas, o tejer una pared, con la misma palma fresca recién cortada se creaban las enramadas, para actos sociales o para una pérgola que daba cobijo a una hamaca o reguardaba de sombra las casas.  

Con la palma fresca también se podía hacer baños o excusados, sombra a manera de chozas para el difunto, estas se construían con el fin de esperar las lluvias, y después se construía la sepultura de otro material más duradero. 

Con las pencas que es el brazo largo de las palmeras, se podían crear un tejido para una cama, que servía también de mesa para el secado de alimentos como pescado, camarones o carne.  Así mismo, se aireaban las prendas que las mujeres guardan en un baúl.  Esta cama estaba presente en las festividades, sobre ella se ponían los panes o enceres de una boda, regalos por pago de limosnas de misa o velorio.    

Por lo tanto palma, pencas, lomos (esqueleto de la palma rajada) el tronco y los hilos finos, representaron los materiales que por muchos años se han ligado a la vida cotidiana y lingüística, han acompañado a través los objetos fabricados al nombrarlos en diidxazá los habitantes de esta comunidad.

De ahí derivaron oficios propios como la cestería y la fabricaron de objetos como bolsas,  sombreros y juguetes tejidos con pencas y palma de manera principal, varios señores,  con sus familiares se han dedicado a elaborarlos, algunos han fallecido y, ya no dejaron  quien o quienes continúen con esta labor.

Por el año 2014 y 2015, visitamos al joven Siffredy Velásquez López. En esa ocasión nos llamó la atención su cuidadoso tejido, él había incursionado en la cestería, pero procuró hacerlo de manera distinta. Es decir, creo sus propios modelos, y además mejoró el corte de la penca, los detalló y quedaron fibras más delgadas, en comparación con el resto de artesanos dedicados a este mismo oficio.

Desde entonces Siffredy, ha revolucionado en el uso de este material, está al pendiente de lo que ocurra con el palmar, por ser el sitio de donde obtiene su material de trabajo, sabe que si las empresas eólicas ocupan este ecosistema, se destruirá el hábitat natural de la especie.

En Junio del año 2021 tuvimos la oportunidad de visitarlo en compañía de jóvenes estudiantes. Constatamos como Siffredi   y su padres hacen uso diario de este recurso,  con ello, crea de manera frecuente objetos que los pobladores le piden, durante estos días diseñó y confección un cesto poco común, inició con la base que le llama “estrella” entramado que varía de manera impar, según el tipo y tamaño de objeto a realizarse, continuó con el cuerpo de manera tradicional tejiendo a determinada altura, para rematar declina el tejido haciendo una asimetría que con una vista lateral se nota el hundimiento de la base del cuello, luego cierra la canasta con un aro, donde depositará la tapa.

Este nuevo objeto parece una obra escultórica  y no un cesto común. Este valor agregado surge de las manos de una persona creativa, llena de inspiración que aporta con su trabajo diario, una manera distinta de apreciar los recursos que la naturaleza nos provee. Siffredi, nos demuestra que el talento no siempre es innato y se desarrolla todos los días, Unión Hidalgo, tiene mucho que dar aun, solo falta que, quienes pueden fomentar estos oficios, sean las personas sensibles de la que todo mundo espera volteen a verlo.  

Víctor Fuentes    

*Estos jóvenes acompañados del facilitador, cursan una carrera profesión en la recién creada Universidad Autónoma Comunal de Oaxaca, a través del Centro Universitario Unión Hidalgo Oaxaca. A  quienes les agradezco la invitación. 

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