El Danta de los ojos tristes / Por Gustavo Ortiz y Victor Fuentes 

#UniónHidalgo 31 May (#Istmopress) – Hace como 15 años en una tarde de primavera, con un calor que secó el río y las lluvias no se aparecían, los fleteros (que eran motos con remolques, hoy les llaman mototaxis) comentaban que por 5 pesos de ida y 5 de regreso te llevaban a ver el Danta, yo tomé mis 10 pesos y con chanclas me subí a la moto, me llevó por el barrio Comején o San Miguelito.

Cuando llegamos no había mucha gente creí que era una multitud, había varios señores entre 20 y 30 años, el Danta estaba en el suelo, su piel hermosa daba ganas de tocarlo, me recordó que mi mamá tenía una enagua café de terciopelo, sus patas eran cortas. una cabeza grande y una trompa larga que me recordó a un oso hormiguero, al verlo la gente preguntaba cómo lo cazó, menciona que en el río había visto sus huellas y estuvo esperándolo para que regresara y lo cazó, comentaba que no creía que era una danta.

Yo estaba en silencio, mucha gente decía que se parecía a un marrano, esa nariz larga le daba un aspecto cómico, pero lo que me movía y no podía despegar del suelo ni caminar eran sus ojos entre cerrados, sus ojos tristes, todos hablaban de la odisea, solo quedé callado, le hablé al fletero que también estaba viendo que me llevara a mi casa.

Llegué y en la noche soñé con una Danta que corría por la Esperanza y tomaba agua por el rancho de tío Che. Como más tarde me contaron los tatas que encontraba en el camino cuando salía a senderear, el Danta o anteburro corre con tanta fuerza que si no sales de tu camino te tira con gran fuerza, que te tira y te rompe los huesos, tiene tanta fuerza al correr que no anda en senderos abiertos sino se mete por arbustos sin importarles que tiene espinas o ramas que rompe con su fuerza, un tata me dijo que le daba pena pobre animal solo andaba buscando agua ante la “sequedad”. 

Otros mencionaron que era el último de por estos rumbos, a veces cierro los ojos y veo esos ojos tristes y los imagino corriendo como loco en todos nuestros cerros y caminos, tomando agua, corriendo haciendo nuevos caminos, es así como una tarde muy calurosa conocí al Danta (anteburro) nunca supe si era hembra o macho solo recuerdo que esa mirada triste no me permitió decir nada ni moverme, que provocó una noche en vela pensando en el Danta de los ojos tristes.

Después de leer a Gustavo, que se animó a contarnos su experiencia con el Danta, y es con él, por nuestras conversaciones nocturnas, que supe que se llama así, porque la escultura que vio vía Facebook, y que le provocó el recuerdo del suceso, la publiqué como Tapir, como lo nombró Pablo Gómez, que está en turno en galería Gubidxa con su exposición “Apuntes para un viaje”, a Pablo le agradó traer el Tapir, junto con sus graficas. Él lo creo hace algunos años, está en deterioro, lo deja deliberadamente en el patio, bajo la intemperie, el clima hace lo propio en la región del valle central, cerca de la ciudad de Oaxaca, donde él vive y tiene su taller.   La foto que puse en la cuenta de Facebook, era doblemente irónica, coloqué una pila de revistas de las últimas impresas por Selecciones del Reader’s Digest al ver la pila de revistas y la escultura de metro y veinte centímetros le agregué el siguiente título “Danta no quiere leer”. Y usé Danta, y no Tapir, porque ya había platicado con gustavo sobre su experiencia (descrita arriba) la preocupación del Palo el creador, es que el animal está en la lista de la fauna en peligro de extinción. Le acomodé el título porque la revista desde el año 2013 que después de su quiebra en el año anterior mutó para integrase a la pantalla y leerlo hoy en línea.  

También caí en cuenta que, si no abandonamos las cuatro paredes o estar sumidos en las pantallas de los celulares será muy difícil tener una experiencia similar a la de Gustavo, esto solo ocurre si tenemos esta cercanía, si no constante pero frecuente con los entornos, cada ecosistema da una amplia variedad de especies, que despierta nuestros sentidos, nos humaniza y nos sosiega sin duda el alma.  

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