Tolistoque agua turquesa que se vuelve turbia / Víctor Fuentes

Hace 14 años, paralelo al funcionamiento de los aerogeneradores se declaró área protegida más de 11 mil hectáreas del cerro Tolitoque, que se localiza en los municipios de Juchitán, Asunción Ixtaltepec y Santo Domingo Ingenio. Este macizo comprende flora y fauna en peligro de extinción, sin duda, fue una excelente decisión que, en diciembre del año 2004, la CONANP (Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas), en acuerdo con los ejidatarios de La Venta decretarlo, incluyendo entonces bosque y serranías.

En ese mismo tiempo la zona protegida fue de manera inmediata severamente amenazado por el interés de personas con fines particulares, se disputaron el control del aguaje, y el respectivo manejo de los recursos maderables, así sobre explotar los terrenos enclavados en el proyecto eólico.

Después de esta fecha, el cañón de donde se vierten las aguas turquesas ha tomado un destino incierto, hace poco acudimos mi acompañante y yo, en esa ocasión, para animarlo le mostré las fotografías del sitio y quedó deslumbrando por el escenario natural, las cuevas sedimentadas, las grutas y todo el cañón con figuras fosilizadas.

También le mostré unas palapas en forma de hexágono y un baño construido con material de la región, simulando una cabaña, además vio el acomodo que se le hizo al estanque natural, rodeándolo de piedras del lugar para hacerlo más “atractivo” a los ojos de los visitantes.

Animados volvimos hace apenas unos días, para ser preciso en Domingo de Ramos, la celebración mayor de semana Santa para la gente de Juchitán, quizás por ello, solo un grupo de jóvenes nos hicieron compañía, ellos en su algarabía propia, y nosotros apreciando cada tramo del lugar, antes de volver, se apersonó una familia, llegaran acompañados jóvenes y niños.

Todo el ojo de agua era nuestro, pero la amenaza de los visitantes está cada vez latente, dejan basura de todo tipo, pintas en aerosol sobre la gruta, y la cueva que alberga las aguas ligeramente salada y tibia, cada vez más dañada. Lejos de prestar mayor atención a luz que juega un papel importante en el color del agua, ideal para quienes saben nadar poco o nada.

Estas pequeñas modificaciones están deteriorándose, algún individuo puso fuego a las sombras hechas con techo de palma a manera de sombrillas, no eran tan relevantes, pero algo aportaban al cuidado del lugar; los visitantes podían protegerse del calor y resguardar sus pertenencias, se quema sin consideración la basura y el sanitario por su desagradable olor, ya no nos atrevimos a explorar si es un baño seco o uno convencional.

Luego nos detuvimos a ver una plancha de cemento, cubriéndonos la nariz, y dedujimos que se trata de un baño como cualquiera, aun que se haya utilizado para su construcción material de la región o del sitio.

Para llegar se encuentra uno con un sendero, poco cuidado y de escasa vegetación, solo se aprecia lo verde por el camino que recorre el agua, lo demás se compone de una fauna que apenas florece, o dejado de florecer.

Por el camino hay cactus, palo mulato, palmeras y varias aves salen al encuentro de los paseantes. Se camina bajo un clima cálido, que hace sudar, muy poca sombra donde detenerse, aun así, por todo vale la pena, se camina buen trecho, una cima desde donde se puede ver parte de los campos sembrados de aerogeneradores.

En tanto se resuelve los conflictos, el ojo de agua, y el sitio que lo rodea se envuelve cada vez más turbio, es urgente resolver estas diferencias, entre los propietarios y los intereses de  las personas por volverlo una zona exclusiva, para cierto sector o grupo, quienes pueden incurrir en más errores como no saber cómo explotarlo de la mejor manera, muy cerca lo natural, acrecentar de la misma manera un halo de preservación del ecosistema para disfrute de las comunidades cercanas.

Víctor Fuentes    

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