El añil, el “oro azul” que se produce en Niltepec Oaxaca

*En este 2018 la producción se redujo en casi el 50 por ciento y solo 5 campesinos cosecharon el añil

#Niltepec 4 de Oct (#istmopress) – Lo llaman el  “oro azul” y  es el añil, un  colorante natural que se obtiene del Jiquilite, una planta de  pequeñas e infinitas hojas verdes que se cosecha únicamente  en los cerros de Santiago Niltepec, un poblado del Istmo de Tehuantepec, su producción es totalmente orgánica y artesanal y se usa para teñir prendas de algodón e hilos, inclusive empresarios lo adquieren para el teñido de la mezclilla.

 

El nulo apoyo gubernamental y la sequia ocasionada por el cambio climático ha provocado el desanimo de los productores, cada vez son menos, en este 2018 solo 5 campesinos cosecharon añil, entre ellos Octaviano Pérez Antonio de 63 años de edad, quién  de 1 hectárea que cultivó, solo  obtuvo 5 kilos de añil a diferencia del año pasado que produjo 90 kilos y que vendió al Museo Textil de Oaxaca, su principal cliente.

 

Octaviano lleva 15 años cosechando el añil, y se resiste a que muera porque lo considera la identidad de su pueblo, su mayor ilusión es que  año con año aumente la producción y para ello está dispuesto a compartir sus saberes con los jóvenes y niños.

 

Su cooperativa se llama “Azul Añil” y está conformada por 5 personas entre cortadores, acarreadores y pileros, su esposa Arcelia López Lorenzo hace una labor fundamental del proceso porque interviene en el tendido (escurrimiento) y secado del añil además de la comercialización.

 

Para lograr el añil petrificado listo para su venta, cada uno de los productores invierte de 4 a 5 días ininterrumpidos, comenzado el corte del cultivo ya no se detiene la producción.

 

La baja producción de este año,  que alcanzó menos del 50 por ciento comparado con el año pasado, en  buena parte Octaviano culpa al terremoto que ocurrió en el 2017, debido a que el fuerte movimiento de la tierra provocó que la raíz de la planta del añil no creciera, aunado a la poca lluvia que cayó.

 

“No está comprobado científicamente, pero vimos un cambio radical después del terremoto, este año cosechamos menos, las plantas crecieron poco, y por lo mismo la producción cayó, vamos a vender lo poco que tenemos y prepararnos para el siguiente año”, dijo.

 

Las uñas de sus pies y manos  entintadas de color azul dan muestra que es un productor  de añil que se involucra en todo el proceso, descuidarse sería un pecado, aunque este año no recuperará su inversión de más de 30 mil pesos que hizo por una hectárea.

 

 

Octaviano relata que producir “añil” es un verdadero ritual, toda la producción  es totalmente artesanal y orgánica, desde la siembra de la semilla del Jiquilite en los cerros  en el mes de mayo antes de la lluvia, el inicio de la cosecha a mediados del mes de julio y la producción  que concluye a principio de mes de octubre para después comercializarla, él en Oaxaca pero los otros productores en Puebla y Ciudad de México.

 

Las hojas pintorescas del jiquilite son las que escurren el añil, éstas una vez que se cultivan son cortadas y las arman en racimos, posteriormente las trasladan a “las pilas” un espacio que anteriormente ocupaban los españoles que conquistaron la zona y produjeron el añil por mucho tiempo , pero que ahora ocupan los productores locales.

 

A las 5:00 de la mañana comienza la producción, son más de 12 horas ininterrumpidas, en carretas de bueyes o camionetas trasladan el jiquilite del cerro a las pilas, al llegar colocan 100 racimos en cada una de las piletas de cemento y las llenan de agua que al sentir los rayos del sol comienza un proceso de ebullición que suelta un color verduzco.

 

“Es un trabajo duro y cansado” expresa Nicolás Cruz López, un joven productor de añil de apenas 25 años  quién desde las piletas además de vigilar su producción mueve las enormes varas de madera que se usan en el segundo paso de la producción, que es lograr separar la tintura del agua usando un cuajo natural llamado “Gulabere”.

 

“Una vez que obtenemos el extracto de las hojas de la primera pileta, lo trasladamos a una segunda, ahí es lo más tardado porque manualmente dos personas mueven por más de seis horas  las enormes varas de otate hasta eliminar la espuma y aparece lentamente el color azul que simula un mar”, dijo.

 

Al lograr la separación y obtener el añil en liquido se extrae lentamente por medio de una bomba de agua y se traslada a una tercera pileta en donde manualmente se recoge con jícaras para almacenarlos en enormes tambos para ser trasladados a otro sitio donde continua el proceso de  tendido ( escurrimiento) y secado.

 

Nicolás heredó el amor por el añil por su padre y abuelo, para él es importante que siga vivo por que es la identidad de su pueblo, y aunque reconoce que a los jóvenes les aburre por que es emplear mucho tiempo y esfuerzo, en él significa conservar una tradición.

 

Arvit Vásquez Fuentes también produce el Añil,  su producción  en este año estuvo baja, de 15 galones que obtenía de una hectárea, solo colectó 8  tambos  de añil, también le afectó el cambio climático, porque no hubo lluvias y es que el Jiquilite no se puede regar con agua potable o de riego porque se seca debido al cloro, entonces la esperanza para los productores es la lluvia.

 

Las mujeres, esposas de los productores también se involucran, doña Arcelia López Lorenzo, esposa de Octaviano  desde hace 15 años lo ayuda en el proceso de tendido y secado del añil.

 

Mientras él continua con la extracción liquida del añil, ella corta telas delgadas en color blanco y reposa copos de tintura a fin de que escurran para después pasarlas a las tejas de adobe e iniciar el proceso de secado y petrificado de la tinta.

 

“Una vez iniciada la producción no se puede interrumpir, entonces  cuando Octaviano trae la tinta  liquida a la casa, a mi me toca escurrirla, eso significa colocarla en tela tipo manta de color blanco y amarrarla con hilo de henequén en bastidores de madera que tenemos en el corredor,  reposa de uno a dos días y cuando tiene la textura pastosa la traslado a una teja de adobe y la llevo al sol para que se petrifique”.

 

Al terminar el secado, Arcelia limpia y colecta el añil petrificado y lo acumula para comercializarlo por kilogramo, que  vende en mil  a mil 500  pesos al Museo Textil de Oaxaca.

Su hija , Araceli Pérez López ha teñido prendas con el añil que produce su padre, su mayor ilusión es crear una cooperativa de mujeres donde desde su comunidad tiñen los hilos y los comercialicen.
 
“Nos falta el recurso, las ideas y la iniciativa aquí la tenemos, producimos el añil y estamos dispuestas a invertir tiempo y esfuerzo para poner la cooperativa, hemos hecho pruebas con hilo y se ha logrado teñir prendas”, dijo.

 Este cultivo del añil  no esta recocido dentro de los programas oficiales de gobierno federal, por lo que los productores solicitaron a los tres niveles de gobierno y principalmente al presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador buscar alternativas de apoyo para que no se extinga y esta localidad se convierta en la principal productora y  exportadora del “añil, el oro azul” del país.

 Diana Manzo / Agencia IstmoPress

Jacciel Morales  / Agencia IstmoPressFoto

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