Vida y muerte, legado en hilos teñidos con caracol púrpura

#Oaxaca #Pinotepa 16 Jul (#Istmopress) – La fertilidad y la muerte se mantienen vivas en el corazón de la cultura Mixteca, cuando se tejen prendas con hilos teñidos con el caracol púrpura conocidas como “Posahuancos”, dentro de una práctica que se ha transmitido de padres a hijos en la comunidad.

Se cree que, al portar este tejido, las mujeres mixtecas son protegidas de la infertilidad. Al utilizar un telar de cintura que las acompaña en el casamiento y al fallecer, con prendas que llevan un valor religioso.

En las costas de Oaxaca, se encuentra la región de Pinotepa Nacional de Don Luis, lugar donde los mixtecos mantienen la tradición del uso del tinte de caracol, como símbolo de identidad. El color que extraen de este molusco lo relacionan con la fertilidad y la muerte, y lo representan en sus tejidos.

Este telar se compone de colores vibrantes, en donde destaca el color púrpura, rojo y azul. Estas prendas son significativas en las tradiciones ancestrales y muestran la habilidad artesanal de las mujeres de esta comunidad, al formar parte de una historia milenaria.

«Entre la Vida y la Muerte” significado cultural

Los tintoreros Mixtecos se trasladan a Bahías de Huatulco, en donde se reúnen en parejas durante los meses de octubre a marzo, con la intención de teñir el mayor número de madejas, conjuntos de hilos de algodón enrollados de forma circular.  

De acuerdo con la investigadora Maria del Rosario Cid Rodríguez, cada teñidor lleva un kilo de hilo de algodón industrial. La primera pareja se queda unos 10 días en las Bahías; a los quince días se traslada otra pareja más para relevarla.

El color púrpura se obtiene al extraer la tinta de un caracol, llamado púrpura pansa, un molusco que habita en las costas de Oaxaca. Para los tintoreros el realizar esta actividad es de suma importancia, al teñir hilos de algodón y convertirlo a un vibrante color púrpura.

Rafael Avendaño López, uno de los tintoreros reconocidos en la comunidad de Pinotepa de Don Luis, es quien viaja con su padre don Habacuc Avendaño Luis, con el objetivo de teñir sus madejas de hilo de algodón. Ellos caminan por las rocas de las playas de la Bahía de San Agustín, playa Mulato, Cacaluta y La India en su búsqueda por extraer la tinta del caracol púrpura.

Al realizar esta técnica es necesario estimular al molusco con los dedos para que expulse la tinta, su mecanismo de defensa del caracol púrpura. Con la intensidad del sol, el hilo se torna de un color crema, pasa a transformarse a un color verde oliva, hasta el verde oscuro y finalmente llega al color morado púrpura, intenso.

 “ʻLa ordeña’ del tinte de caracol es un conocimiento ancestral que nos heredaron nuestros antepasados así era como venían a ordeñar para realizar los telares de cintura de las mujeres mixtecas de Pinotepa Nacional de Don Luisʺ, dice el señor Rafael Avendaño.

«El hilo del caracol púrpura es importante para nuestra cultura al utilizar su tinta en la elaboración del telar de cintura», agrega Avendaño, con orgullo.

Una vez que los tintoreros mixtecos recolectan el mayor número de caracoles para ordeñarlos y teñir sus hilos de algodón, regresan a su comunidad en donde reparten las madejas ya teñidas a las mujeres tejedoras.

Para Don Rafael es importante el viajar desde su comunidad para teñir sus madejas de algodón. Los colores y los diseños plasmados en las prendas artesanales, elaborados por las mujeres tejedoras, son símbolos de identidad y cultura. El color púrpura plasmado en los telares de cintura mantiene un profundo valor religioso en su comunidad.

El realizar prendas artesanales con tintes naturales para el pueblo mixteco, va más allá de una actividad textil, sus telares como el “posahuanco” son representativos en la región de Pinotepa de Don Luis, al ser asociados con la vida y la muerte. Para las mujeres es de suma importancia casarse con un telar de cintura, teñido con caracol purpura, añil (azul oscuro) y la cochinilla (rojo), que representan la pureza de la mujer y son todos de originen natural.

«El color azul se obtiene del xiquilite, también conocido como añil. Esta es una planta perenne que crece en climas templados. El color rojo se obtiene del insecto Daxtilopius cacti, (cochinilla) originario de América», asegura la académica Marta Turok, en un estudio publicado por la Dirección General de Culturas Populares e Indígenas.

Al utilizar este telar de cintura las mujeres serán fértiles durante su matrimonio y así evitarán la esterilidad. El telar también mantendrá un símbolo de poder en la muerte, pues es parte de una tradición sepultarla junto con un telar de cintura teñido con hilo, como un tributo de homenaje al caracol púrpura.

«El caracol púrpura para nosotros forma parte de un símbolo ligado a la fertilidad y a la pureza para la mujer mixteca, ya que el color púrpura se asocia a la cultura al ser plasmado a un telar de cintura utilizado por las mujeres», dice Rafael Avendaño.

«Desde tiempos prehispánicos han llegado hasta nuestros días tres colores y colorantes sorprendentes tanto por su calidad tintorera como por su procedencia: el añil, la grana cochinilla o nocheztli y el caracol púrpura», escribe Marta Turok.

La experta dice que la mujer mixteca, de Pinotepa Nacional de Don Luis, aún conserva rasgos étnicos distintivos y sabe que al morir «su cuerpo debe estar acompañado por diversos objetos personales, como pieza de joyería, vasijas o imágenes religiosas; pero el principal objeto es aquel posahuanco al adquirir parte de la vida y personalidad de su dueña, hasta que ella muera».

Rafael Avendaño comenta que el ritual de casarse y enterrarse con la misma vestimenta se ha perdido en las actuales generaciones.

«Mi madre tiene ochenta y un años, ella piensa todavía en este ritual, ya que su familia le inculcó, esta tradición, pero los jóvenes de ahorita ya no saben el significado que tiene», dice Avendaño.

Arte de tejer, tradición ancestral

Durante varias generaciones el arte de tejer con hilos teñidos es una actividad de historia y tradición. En las mujeres mixtecas el proceso de tejer va más allá de realizar prendas, al ser una manera de representar su cultura al entrelazar sus hilos y colores naturales y ser parte de un significado profundo, a lo largo de varias generaciones.

El proceso comienza al teñir el caracol púrpura y así extraer la tinta expulsada y con ella pintar los hilos de algodón.

«Los diferentes tonos de azul se logran de acuerdo al número de baños que se apliquen. El color rojo se obtiene de un insecto que nace del nopal mejor conocido como cochinilla después de sacrificar al animal, este se muele hasta convertirlo en polvo fino y estar listo para usarse», afirma la especialista Marta Turok.

Una vez teñidos los hilos, comienza el arte al elaborar telares tradicionales.

«Al tejer un posahuancos utilizado para una ceremonia o fiesta se utilizan lienzos de 1,75 metros de largo por 38 centímetros de ancho, al elaborarlo se tardan aproximadamente ocho horas, al lograr las tonalidades deseadas. Este proceso requiere habilidad y paciencia, ya que se buscan obtener una coloración uniforme y duradera», dice Turok.

El proceso de elaboración es el mismo que se utiliza en un posahuanco tradicional al ser importante diferenciarlo con un telar de fiesta o casamiento, ya que éste debe llevar figuras de animales de la región.

Hilos y colores cruzados

Las mujeres de Pinotepa Nacional de Don Luis, se caracterizan por elaborar este telar de cintura tejido a mano. Algunas mujeres desde pequeñas han comenzado a realizar esta actividad al ser enseñada por sus madres.

Una vez que se tienen los hilos seleccionados con el telar, las mujeres comienzan con la preparación al fijarse un marco de telar en su cintura, asegurándolo con un nudo para mantenerlo en su lugar durante el proceso de tejido, lo que permite que trabajen con comodidad y a su propio ritmo.

Se colocan aproximadamente cuatro varas de manera horizontal, se entrelazan los hilos y se separan los espacios con precisión. Luego pasan los hilos de manera alternada, es decir por encima y por debajo de los demás hilos, cada que realizan este movimiento se aprietan los hilos en cada pasada, con la finalidad de asegurar el tejido.

Es una tradición que va más allá de realizar prendas, representa el amor y la dedicación a través de sus propias manos, y plasma una técnica única en la cultura mixteca.

Estos telares mixtecos mantienen vivas sus creencias al cobrar vida con sus distintos colores naturales, símbolos de herencia y celebración, ya que con cada tejido trasmiten tributo a sus ancestros al portar esta prenda representativa de Pinotepa Nacional de Don Luis.

Adela García/ Estudiante de Ciencias de la Comunicación de la Universidad del Mar. Campus Huatulco.

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