Lluvia / por Daniel Aguilar  

 

La lluvia grita tu nombre y hunde mi desdicha,

sin embargo, en cada nuevo amanecer aparece otra soledad renovada;

una especie de luna obscura que no puede dividirse y es fiel a su único dueño.

No hay proverbios ni salmos válidos para un mundo,

donde no reina el silencio.

La lluvia calma mis ansias y logra ponerte en perspectiva.

Limpia mis sueños hasta que un alud de soledad vuelve a golpearme;

entumece mi sonrisa y me obliga a arrodillarme.

Pasan semanas y tu ausencia se vuelve calidad…

Las lluvias me han dado asilo,

inician su gira musical cerca de mis ojos y oídos.

Primero una melodía tenue,

luego una nítida y finalmente una suspicaz.

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