Un extranjero en el alma

01 ago (#Istmopress) .- Mucho de lo que sé o lo que creo saber lo sé más por ella, su pequeña hija, la conozco desde niña, amaba declamar, escribir sus propios poemas (dedicados al amor) casi como todo poeta iniciado, al cabo de los años, la encuentro más rebelde.

Los hijos se van pareciendo a sus padres, en este caso los padres a sus hijos. Ella rodeada desde pequeña de libertad para elegir, con suma decisión, aprendió a tomar en serio este lado injusto de los sufridos, de los que alzan la voz pero, en menos de segundos se los acallan.

Ella que nose conforma con ver, olor, leer sino entender los menesteres y artificios, el equilibrio contenido se desborda, mana, bulle como los volcanes activos, palpitantes.  ¿Así era el padre? Lo que podría saber lo sabe más ella y nadie más.

Busco en la noche aquella,muchas respuestas,cuando ella denuncia los abusos de poder contra los maestros apostados en el zócalo del 2013, con pancartas y el micrófono en alto, frente al grito de independencia que los municipales repiten como carcomida historia ¿De quién?Mis hermanos Gubiñas, se preguntaban Tu xiiñilaabe.

¿De quién hija es? En el murmullo se propagó, yo diría que es hija del pueblo antes de ser hija del maestro TinChee. Delgada línea que se asoma, sostenerse rebelde todo el tiempo lleva sus riesgos, perder el anonimato, guardar energías y ocultar que por dentro hierve las ideas junto con la sangre de cambios.

Cada instante fuera de casa, la hace ver más inquieta, habida para las cosas del mundo que ha elegido, empezar a andar por los caídos, por los copados, por los que no tiene esperanzas, ni revés ni regreso.

El día que el maestro, enfermó, ella ya era una gota de rebeldía, una enorme gota consciente, que yo en particular admiro, celebro, acojo y me hace respirar tranquilo. Se ahora por ella, cuánto hubiera querido él, verla crecer y sentirse orgulloso, hasta hacerse llamar el hombre que conquistó la felicidad.

Hubo una vía donde padre e hija coincidían, en sus lecturas del mundo, más allá del papel impreso, más allá de solo las palabras y el abrazo. Nada de esto que es ella ahora sería posible sin la escucha mutua. Sin el silencio prolongado para repensar las ideas. Como si para escribir un libro fuese cada vez en instante en el que se encontraban y reencontraban.

Las páginas vacías, se llenaran ahora acompañada ¿De quién? De soledades esperanzadoras, de lo hondo del pozo donde se guardaron palabras, aliento, vida y amor a lo desconocido, a lo indómito. No hay pausa, la vida continúa ella lo sabe, y piensa conquistar de nuevo la felicidad donde él también lo sea.

El maestro Agustín, fue siempre TinCheepara todos los jóvenes que aprendieron lecciones, de cómo ser amigos, de cómo ser buenos hijos, buen padre y hasta de buen ciudadano. Esa inquietud está bien reflejada en su hija, que ha proyectado ser una mujer diferente, osada, inquieta y  propositiva.

Ser un docente como TinChee, hombre que fincó las esperanzas, el orgullo por la vida siempre  por lo más cercano, por lo más próximo: su casa, su familia, su vida apegada a la tierra, a su pausado andar,  a su contante lectura, a su cotidiano caminar, lo prefería, tantas veces a conducir un auto. Qué misterioso señor. Pero ella se encargó de revelar esos pequeños secretos de un hombre íntegro, ecuánime no piensa una cosanidice ni actúa de la peor manera, a hurtadillas, a escondidas.Eso no sucedió jamás, era tan equilibrado que las matemáticas se desgajaron en sus manos.

Cada vez, los padres se parecen a sus hijos, y si los hijos fallan ¿A quién culpar? , ¿Es necesario culpar? Puede que uno de ellos se equivoque, que choquen las ideas de las generaciones contra generaciones, ese absurdo dilema entre padres filósofos y los que no lo son. Uno de ellos se impone, yo diría que ser letrado no es sinónimo de filósofo, todos los padres lo son a su manera. Solo que para crecer debemos ser buenos pupilos, elegantes discípulos. Y la formula está presente ahora en ella.

Este caso en el que me aproximo casi adivinando, me pregunto ¿Cómo fue? Que TinChee, pudo lidiar con tanta pasión, con tanta inquietud desbordada. O simplemente la dejo ser, hacer y deshacer o ¿Toda esta rebeldía fue aprendida? Yo también quiero aprender.

Me basta una breve palabra, un poco de aliento y mucho vértigo para comprender la dimensión presente, aquí, ahora justo en la ausencia la presencia se hace más nítida y palpitante. En el ausente esta la escritura de nuevos versos, que fluyan, que rehúyan y que mantengan en la soledad  los buenos deseos de seguir siendo un consejero andante, un consejero en el ejemplo, y no solo de palabras vacías.

Celebro en estas líneas saber lo que sé a través de ella, y de nadie más. Quiero ser un puente alto, un nudo en el telar de las vidas que yo conozco, en las vidas que me toca y, ella lo ha hecho en el mejor momento.  Quiero ser un extranjero en el alma de Joce. Y habitar ahí desde siempre.

 

Víctor Fuentes

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