Trece cabezas fragmentadas para Roberto / Víctor Fuentes

28 jul (#Istmopress) .- Conocí a Roberto Zárate Morán, en mi propia casa, me lo trajo un amigo de cuando éste estudiaba arquitectura,en la ciudad de Oaxaca. Aparte del gusto  por el mezcal los acercó el interés por los vestigios históricos, y conocer a Roberto, alimentó suinteré. Recién se abría la casadel pueblo en Unión Hidalgo, y queposterior  se convirtió enla casa dela cultura, que tenemos hoy.

Han pasado ya varios años de ello, volví a encontrarme, otra vezen casa,con Roberto, mientras radicaba enIxtaltepec, hallé a un Roberto ya acabado, en desfallecimiento, aun así, lucido, alegre, aunque su carne se veía marchita, luego vino la invitación para la  presentación de su libro,“ San Jerónimo Taniqueza”.  Y su particular manera de presentarlo en el interior deltemplo de San Jerónimo doctor. Hasta ese día nunca había estado enunacto donde la palabra se volvía parte del sahumerio de los ídolos.

Este 26 de julio del año 2016, se próxima, su primer año de ausencia entre nosotros. Lo recuerdo, atento y sobre todo respetuoso. El trabajo que por encargo realizó en tres puntos de Unión Hidalgo,  quedaron comoevidencia  de su interés por estos trasto viejos, y cacharros, para usar las palabras de quienes administran estos recintos.

Mi preocupación, sóloes una inquietudque se desvanece, no quiero me gane la nostalgia, me alcance el reproche, porque no hago nada al respeto. Ello me llevó a sustraer en la casa de la cultura una copia del catálogo, (inventario riguroso) realizado por Roberto, y otros arqueólogos que firmaron dicho documento. La sustracción la realicé por año de 2013.

Como una necesidad de saber cuántas piezas se han salvado y cuántas han desaparecido por el gran descuido de quienes deben resguardar, apoyar, promover y acercar a lapoblación estos vestigios.

Después de conocer la existencia de las piezas en pie, le sugerí y pedí apoyo a Pedro Hernández, tallerista de la casa de la cultura, movido por su entusiasmo, por su cercanía,   con la sala donde encontré dos cajas de cartón arrumbadas con estas piezas, en el  espacio donde él aun realiza los talleres.

Él hizo un minucioso registro, para ello, se valió de las fotografías, una vez realizadas desde distintosángulos a la pieza, elegía algunas y me las posteaba en nuestras cuenta de Facebook, así se pudo dar a conocer las piezas que  a él, en especial le llamaba la atención.

Poco a poco me fui olvidando del registro, de las intencionesde conformar un proyecto  mediado por un grupo de personas interesas en el fin, para la creación de un museo, que primero reivindique estos hallazgos, valore su importancia y esté dispuesta a preservar, difundir y promover de manera permanente los restos arqueológicos ya encontrados, catalogados, así como los que están por seguir explorando y excavando.

Se de personas entusiastas, pero también de muchas que obligan alos jóvenes de nivel medio, y medio superior, no me consta,aclaro, a veces los propios estudiantes, son quienes en las conversaciones delatan esta actitud reprobatoria. Que para acreditar la materia ellos deben canjear calificaciones por piezas arqueológicas.

Es necesario a unos días del primer año luctuoso de Roberto Zarate, imagino un sitio que lleve su nombre, un museo vivo que sirvapara la recuperación, promoción y  un acercamiento más humano, más cordal, más responsable hacia los restos que se han ido sustrayendo.

Las piezas que un día catalogo Roberto, están arrumbadas, recordar su trabajo a un año de su muerte, es un aliciente, el trabajo para catalogar sitios mientras se construía la supercarretera,  lo hizo también para los terrenos  donde se asientan  los parques eólicos  en la región del istmo. A pesar de no ser de la región Roberto, se identificó a plenitud con nuestra gente, nuestra comida, nuestra lengua, ritos y ceremonias.  Aquí encontró la fuente primaria de su labor, las pinturas rupestres de Bacuana’ de dani guie.

De ello dan cuenta sus registros y libros publicados. Quizás una manera de honrarlo sea  en Ixtepec o Ixtaltepac podría proponerse una casa que lleve su nombre, donde se muestre y                        difunda sus  legados, para que llegue a niños, y jóvenes. Y a más personas les interese conocer un poco más de la arqueología de la región.

Los pródigos como la visita de Roberto, se ha multiplicado, por escaso dos días, una persona me envía mensaje de cuenta FB, para saber si estaba interesado en recibir en donación unaspiezas,que ella, ya no las podía tener consigo, estaban en una vitrina junto con los platosy cubiertos de uso solemne. Las pieza me dicedesentonan, así que manda el mensaje y por respeto profundo a Roberto, seme vieneentero a la cabeza.

En casa contemplo las trece piezas de mayor relevancia, procuro noderramar ni una gota de lágrima cuando toco todo el resto del rostro como poseído, beso cada una de las trece cabezas de seres humanos,y zoomorfas.

Presiono entre mis manos estos fragmentos de rostros intactos, sepultados bajo tierra, debo darle gracias a Roberto, y decirle cuánta fala me hace para ubicar el periodo de estos seres que sonahora parte de mi colección particular y que están en espera de honrarlo, muy pronto con el museo que llevará indiscutible sunombre.

Víctor Fuentes

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  • agosto 2, 2016 en 3:08 pm
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    Comparto la admiración y reconocimiento a Roberto Zárate Morán por su trabajo arqueológico, su amor a las culturas mexicanas prehispánicas, particularmente a Oaxaca y la región del Istmo, pero también por su calidad y calidez humana.
    Dejó un legado que merece reconocerse como hace el autor de la nota y preservarse de algún modo. Ojalá podamos articular alguna actividad que honre su memoria.

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