Los papeles de nuestra casa y la memoria colectiva

Los papeles de nuestra casa, y la memoria colectiva. Una apuesta para saber más de nosotros mismos. A propósito de la conmemoración de día internacional de la lengua materna, y año de las lenguas maternas declarado por la ONU. Pondré a continuación como recurso la memoria familiar y personal, que atesora la relación de la palabra en zapoteco y conforma la vida cotidiana de cada individuo, y lo que éste hace de su uso o desuso.   

Algo tan cercano a todo binnizá, en toda la región del istmo, hace apenas algunos años es la posesión de registros (probablemente se sigue haciendo, pero muy escaso) el registro de ca xindxaa, de las limosnas, el adeudo, del presente, del obsequio, este registro validado por la escritura conformaba una lista de la limosna. Encargada por la familia que la recibe, con esta lista ellos no tendrían excusa por no devolver con igual o similar monto, lo recibido.

Este cuidadoso registro, ponía a prueba la honorabilidad, y al mismo tiempo la solides de la memoria, que, para una llenada de baúl, estos tiempos son los roperos o enceres del hogar, que pueden ser apartados en tiendas departamentales, que los anfitriones prefieran, suele ocurrir en casos de familias de clase media o media alta.

Este registro se hacía generalmente en un sencillo cuaderno que pudiera contener nombres de las personas o dejar unas hojas para futuro acontecimiento, ya sea una boda religiosa o una misa, bautizo o cualquier festejo familiar que dicte la tradición de la comunidad.

El documento se llenaba de la lista y los nombres de los regalos y la cantidad monetaria que esta persona aportaba en la mesa destinada para este registro, en Unión Hidalgo, esta escritura se hacía en las velas también, en las bodas se colocaba una mesa en medio de la pista, bajo el telón o enramada.

Los tres hombres que rodeaban la mesa gritan al unísono “Pariente”, y este anuncio ponía en alerta a los visitantes a acercarse a la mesa, para luego depositar en una jícara o un jicalpextle unas monedas, y luego su xindxaa, que le entregaba al padre de la novia, en pago se le daba un cigarro o una flor de papel o una bandera que ponía en la solapa o bolsa de su camisa, también se les ofrecía una copa de mezcal.

En otro extremo de la enramada, muy cerca de la puerta se sentaba otro grupo de hasta cuatro mujeres, estas también ponían una taza de porcelana sobre la mesita denominada “tablia” donde las visitantes una vez que se les anunciaba “pariente” dejaban caer algunas monedas en ella. En seguida se iba a la estera nueva, donde la madre o la comadre, en caso de que la madre de la novia haya fallecido, las esperaba sentada en una butaca, las recibía con sus regalos y también anotaba, ella misma si sabe escribir y si no se valía de una escribiente, ésta anotaba en el cuaderno el nombre y xindxaa de las señoras. A cambio les ofrecía pan y comida que podía ser mole o estofado.

Estos documentos a la distancia podrían tener un sin número de utilidades, podrían servir como registros valiosos que faciliten la investigación, alejados de los estilos memorismos, que las escuelas e incluso universidades e instituciones abordan estos temas sociales, (cuando las abordan) de ahí su importancia y preservación.

Existen otros tipos de registros que son administrados, ya sea por la iglesia, el gobierno,  o cualquier otra institución de cierta relevancia, estos cuentan con una mayor tradición en cuanto a la conservación de su memoria, no sucede lo mismo cuando hablamos y pensamos en los testimonios cotidianos y personales, sobre todo si éstos proceden de la gente común, esto es, aquellos materiales (producidos fuera de un organismo) que son argumentos de un discurso personal de un individuo sobre sí mismo, su familia o su comunidad.

Como es el caso del cuaderno o lista de invitados y comensales en una fiesta de la comunidad, que gira en torno al xindxaa, esta escritura sin duda más inmediata, menos estructurada y seguramente, solo ligada al ritmo fijado por la memoria cotidiana, es reducida a papeles de poca monta.

-De ser valorado- Puede ayudar a un conocimiento más profundo de nuestra realidad social, requiere investigar en las fuentes escritas de nuestra memoria colectiva, reconocida como parte de nuestro patrimonio histórico, aun que falte que se establezca en las distintas leyes referidas a su protección.

Podríamos crear por lo pronto un programa que ponga en marcha su conservación y difusión de estos archivos familiares. Con este texto, espero llamar la atención sobre esta parte de nuestro patrimonio documental y, a la vez, sacar a la luz muchas joyas documentales todavía desconocidas.

Realmente, es una tarea tan necesaria como urgente. Un Estado como el nuestro, azotado por la indiferencia, con demasiados pueblos que se abandonan irremisiblemente no puede, además, dejar perder una parte tan importante de su propia memoria.

Todavía quedan muchos baúles y cofres y cajas con papeles de nuestras casas, como el cuaderno de bodas que me compartió el señor Alfredo Marín, de cuando se casó su única hija, así como su cuaderno, quedan muchas necesidades de registros y costumbres que al desaparecer perdemos el contexto de las palabras en diidxazá con las  que las nombramos, de esta manera es preciso localizar, indagar, atesorar y conservar  estos documentos para conocernos a nosotros mismos y que nos demuestran que tienen mucha historia que contar.

Víctor Fuentes

 

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