Lidxi bigose, el parque municipal de Unión Hidalgo.

Por Víctor Fuentes

Los zanates, mirlos, quiscales, bigose, y otros nombres que se les da de acuerdo a la región geográfica que se localicen, en Unión Hidalgo, tenemos tres de las condiciones que requieren como su hábitat, estar próximo a los terrenos abiertos de cultivo y semiabiertos como el palmar, cercano a la costa y un lugar para pernoctar, el parque central.

Los zanates tienen una media de vida que va de los 9 a 12 años, en todo el territorio mexicano viven los 11 años en promedio. Para tener una madurez se logra a los 2 años de nacidos. Eso explica un poco la memoria que guardan del lugar y regresan, las colonias que pueden ser unos 200 zanates, conformados por sus familias completas.

Todas las tardes el parque municipal al llegar la oscuridad, se inunda de estas colonias enteras, en la proeza de alcanzar las copas de los árboles se va parte de la noche, llegan, se posan en los tejados y techos aledaños, chirrían, hacen un concierto que por fuerza de oírlos se ha acostumbrado la gente.

A pesar la estridencia incomprensible para nosotros, la gente visita el parque, ya sea que, pasa para ir al mercado, o viene a tomarse un helado o un agua, o llega porque tiene que trabajar en el palacio municipal, quizás a vender o a comprar sus productos al mercado central.

Por años han estado acompañando el parque, en este trienio entrante, desde los primeros días se han abocado a remozar el parque, han quitado y puesto, por ejemplo empezaron con descascar las palmeras y han podado toda la copa de los guie’xhuuba, lugar donde escampan los zanates.

Algunos lugareños han hecho memes, que comparten en sus cuentas, donde ponen en evidencia los problemas que ocasiona que el parque albergue las colonias de zanates, como lo son sus excrementos, dejan capas y capas de sus plastas, le atribuyen a Pollock, por aquellos de su chorreo que lo hizo famoso con el expresionismo abstracto.

Aunado a esta broma, está la solución que se le aplica, por parte del personal de limpieza, invierten mucho esfuerzo y desperdicio de agua para combatir estas defecaciones, que a diario incrementan y despiden un desagradable olor, que vuelve difícil la permanencia de las personas en el parque.

En otros trienios, se les azuzaba quemando triques o lanzando cohetes, aplicando explosivos, pero nada de ello ha servido, la memoria de los zanates esta cimentada en sus polluelos y en las colonias que han vivido ahí por varios año, quizás son los legítimos dueños  y nosotros  como poblado los huésped no deseados.

Una lucha desigual, que deshumaniza nuestra relación con el medio, y aceptar las características que nos da el contexto, lo que obliga a los regidores de ecología a los de parques y jardines urbanos a replantear sus estrategias para armonizar, entre la vida urbana y el alojamiento de estos visitantes nocturnos.

Una alternativa que pueden considerar los involucrados, sería que se despejara el área central, removiendo las bancas a los extremos o alejados de las sombras de los árboles que ocupan estos zanates, retirar los juegos infantiles, y buscarles un mejor sitio en la comunidad.

Lo mismo ocurriría con el gimnasio al aire libre, puesto que la gente por pena o por falta de habito no los usan, y se han vuelto área también recreativa para los niños, encontrar un sitio mejor para los jóvenes que practican scate,  así al ser despejada las áreas se podría hacer un reordenamiento de las bancas, de esa manera permitiría que personas y aves, vivan en armonía, y  disfruten de este espacio que a todos nos pertenece.

 

 

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