Casa Museo en Ixtaltepec, Oaxaca. / Víctor Fuentes     

Llegué a una casa, ubicada sobre la calle Juan de Dios Peza, una noche, acompañado de unas lindas personas. Entusiastas y promotoras de salud. Todas ellas trabajan en Mèxfam. Clínica ubicada en Ixtaltepec, Oaxaca. Ahí mismo trabaja el propietario, el médico José Javier Jiménez Cruz.

Degustamos vino en la cena, acompañando de música Latinoamérica, de la isla cubana. Entre otras piezas, todas salidas de una ingeniosa adaptación que el anfitrión hizo dentro de un aparato antiguo, colocò entradas de USB, y varios canales de audio. Para dar una apariencia vintage y armonizar con el ambiente nostálgico de toda la casa.

Esta estancia se dejaría pasar por una casa antigua de las muchas que se pueden apreciar en esta comunidad. No así, al interior que está lleno de objetos íntimos, mientras nos recibía con tanta amabilidad, fue explicándonos la procedencia de estos objetos antiguos.

Por la sala o yoobido’/casa de los santos, José Javier y su esposa Karina, rodearon las cuatro paredes de camas de penca, sillas, mesas, catres, cuadros y fotografías, planchas, llaves, lámparas y obras gráficas de artistas locales.

El primer respiro que se da es conectarnos con el pasado inmediato, un recorrido visual que se puede tomar mucho tiempo en aquilatarlo, este recorrido se vuelve acogedor, los propietarios mezclan de manera indistinta los objetos, sin importar una clasificación en especial, muestra un artefacto o un mueble, un cuadro o una mano de metate juntos.

También hay poemas escritos y enmarcados con firma del propietario, colecciona carteles, volantes y en el patio coloca piedras, troncos o tierra volcánica, unjardíncuidadosamente podado que se puede recorrer con la vista, con luz tenue que apenas sale de las bombillas alimentadas con energía solar.

En el jardín, elmédicoprocuró descombrar el patio abandonado,  mientras lo realizaba encontró el cimiento de un horno exclusivo para cocer bladuyù/ platos de barro, una vez descombrado, lo techó para evitar que se siga deteriorando, y ahí, justo en el brocal colocó platos con las medidas que solían fabricar. Estos antiguos alfareros.

Entre los árboles de chicozapote, mango, y las paredescuelgan yugos, ruedas de carreta, y lunas sin espejos. Implementos de labranza, carretillas sólidas, fabricadas por sus parientes más lejanos.

La casa no está abierta al público, ni considero que este en los proyectos del médico. Fue una enorme casualidadque pudiera llegar y encontrarme con esta oportunidad de admirar, còmo una persona puede extender sus gustos y reservar toda una casa para albergar estos tesoros.

La casa guarda la intimidad delos propietarios, es una casa que puede servirles a todos los que les interese la historia, la etnografía, cada objeto cuenta por si solo el registro del tiempo, cada uno mantiene en la memoria fragmentos de vidas transcurridas en nuestros pueblos del istmo.

José Javier Jiménez Cruz, nos ha demostrado que la identidad no es solo fiestas, también está en la relación directa de nuestras vidas y los implementos que usamos para desarrollarnos, la mirada puede enriquecerse con un breve recorrido por esta morada.

Debo agradecer al grupo de mujeres que me compartieron este museo personal, en especial a la Directora Operativa de Mèxfamseñora Beatriz Ramos Reyes.Sin ellas jamás conocería el sitio. Y ojalá no sea la última vez que ello sucede, deseo también que el médico reconsidere, si es posible que la casa se abra a las visitas, quizás un día a la semana, para que así, las personas interesadas se programen y quieran pasar a encontrarse con las maravillas que él ha coleccionado y sigue coleccionando con tanto esmero y pasión.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *