Las clases televisadas y la marginación geográfica y social / Por Norberto Altamirano Zárate

La historia de violencia con los pueblos indígenas no cesa. La marginación es un cáncer que carcome a la sociedad de los pueblos más olvidados. La historia de dependencia a factores modernos y necesidades creados, por ejemplo, la influencia por vivir en una sociedad moderna, consumista, extractiva y depredadora de los recursos naturales. Donde los bienes materiales son prioridad por sobre la vida, es el modelo de sociedad que se pretende incubar. Un estilo de vida que contrasta con la de las comunidades indígenas y tribales. Un botón que muestra el nivel de incidencia actual, persistente, condicionado a la dependencia. En realidad, se trata de la continuidad del sometimiento histórico, esa que sigue generado abundantes beneficios al modelo capitalista neoliberal y depredador. No aceptar la libre determinación de los pueblos es muy redituable. La realidad actual está marcada por la pandemia que azota las estructuras más profundas de los valores de estas comunidades. No solo se trata del covid-19, más bien es una pandemia de distanciamiento histórico, de no dejar despertar, de no dejar ser, de no reconocer la otredad. Todas las medidas coercitivas como políticas de estado, refuerzan la brecha entre comunidades indígenas y el sistema vigente mexicano. Muchas comunidades indígenas de nuestro país enfrentan la escalada violenta en sus territorios. No es el espacio para dar cuenta de ello, pero el semáforo que indica estos niveles de incidencia, se ha mantenido en rojo desde hace más de 500 años. No cesa.

La intromisión de las políticas concebidas desde una perspectiva complaciente y ajena a ellas, ha continuado en el actual gobierno morenista, pese al discurso conciliador. A lo largo y ancho de la república mexicana los reflectores no cesan de parpadear continuamente. Las violaciones a derechos referidos a sus sistemas normativos, son en sí, una extensión de las políticas referidas. La defensa de la tierra y territorio en contra de los proyectos fraguados por y para la sociedad consumista, tienen en consecuencia una vigencia critica.

Es en esta lógica, en la que se concibe mayormente las medidas sanitarias actuales implementadas para abatir la mortandad del covid-19. Pese a ello, los pueblos indígenas y las comunidades tribales y afro descendientes en el estado de Oaxaca, enfrentan las consecuencias en su aislamiento geográfico y social. El retorno al ciclo escolar 2020/2021 anunciado por la SEP recientemente, es de nueva cuenta, la misma tónica no prescrita. Es una reedición más de la marginación en su faceta escolar. La decadencia estructural que se asienta en las zonas marginadas es notoriamente profunda en estos casos. La pretensión de incorporar los grandes consorcios televisivos a la dinámica educativa no podría ser más letal para el sistema educativo nacional. La ausencia del maestro en la concepción y diseño de esta moda, abre grandes grietas en la cadena enseñanza aprendizaje. Más allá de los prototipos existentes en la educación televisiva a distancia, el acompañamiento docente nunca había sido anulado de facto. Innegablemente en teoría, existe un abismo entre un hogar, un televisor; un hogar, una PC o un hogar un radio receptor. Habría de elaborar un estudio cuantitativo de hogares del país que cuenten con los tres artefactos tecnológicos referidos y cuántos con dos o uno de ellos, y finalmente, cuántos hogares no cuentan con ninguno de ellos. Naturalmente en un hogar que cuente con los tres dispositivos, podrá optarse por el más adecuado. Sin embargo, la marginación de las comunidades es mayúscula. La disponibilidad no solo es un asunto económico o de incentivar el consumismo para adquirirlos. La ofensa es sistémica. No es suficiente saber qué

hacer, cuándo y cómo; máxime cuando solamente se dispone de radio o ninguno de ellos. Esta realidad es la que negamos reconocer, a pesar de que lo vemos o hemos oído de ella. En ese sentido y pese a que las sinergias apuntan a un retorno suigéneris, las demoledoras máquinas del tiempo que han debilitado a nuestras comunidades marginadas, vuelven a golpearlas en esta hora cero. No es lo mismo aprender con el maestro, con una computadora, televisor que con un radio receptor. Hay marcadas diferencias. Por ello son comprensibles y válidas las críticas que han surgido hacia el modelo que plantea la 4T en materia del retorno a clases. Especialistas en la materia han expuesto serias controversias técnicas y metodológicas que deviene del proyecto a ejecutarse próximamente. Pese a la disponibilidad factual del sistema televisivo, que dicho sea de paso, ha sido la contraparte letal de la educación pública en México, existe una realidad muy preocupante en las comunidades marginadas. Habrá de esperar la contra propuesta del magisterio disidente del país, para conocer su opción de acercar los conocimientos a los niños y niñas de las comunidades del país. En Oaxaca, menuda tarea recae en el tejido epistémico y metodológico del PETEO. Cómo conciliar la vieja realidad marginal de las comunidades de las montañas, la costa y sierra hasta los valles de la geografía local, con un planteamiento que agrede e insulta la inteligencia y exhibe la deplorable carencia de nuestras comunidades indígenas, tribales y afro descendientes.

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