Padres de niña con autismo adaptan su casa para que continúe su aprendizaje, porque presencial implica riesgos

#Juchitán 3 Ago (#Istmopress) – La sala de su casa se transformó en un área lúdica y de lectura y  las escaleras se usan  para tomar terapia física, la vida de la pequeña Valentina de 2 años  y  su familia  ahora tiene  un nuevo rostro, la emergencia sanitaria que trajo el Covid-19  les obligó a una adaptación,  ya que ella por el síndrome de Asperger que padece la pone en riesgo el  acudir a clases presenciales y tampoco puede quedarse sin recibir terapias.

 

Regresar a las clases presenciales o recibir su terapia en el DIF Municipal donde lo hacía antes, ahora es casi imposible  porque no hay condiciones y es un riesgo, por ahora solo es un sueño que será realidad a largo plazo refiere la madre de Valentina, quien reconoce que  el aprendizaje en  casa no es lo mismo y podría causar retraso, pero  lo acepta, porque prefiere “la vida “ por sobre todas las cosas, ella sabe que un  contagio por este  nuevo virus, podría costarle la vida a la menor.

 

Valentina fue diagnosticada  con el síndrome de Asperger hace un año y medio  después de  practicarle múltiples estudios y tratamientos, según la  Organización Mundial de la Salud  (OMS) este padecimiento   es un Trastorno del Espectro Autista (Tea),  que son un grupo de complejos trastornos del desarrollo cerebral, que  aunque para su familia ha sido difícil aceptarlo, ahora es un reto  sobrellevar la vida de la pequeña y más aun en pandemia, donde  se han documentado que las personas viven un alto riesgo.

 

Su madre, Lesli, confiesa que le fue difícil aceptarlo y cuando le dijeron que sus terapias se interrumpirán por esta emergencia sanitaria, creyó que el mundo se le vendría encima, pero por fortuna con la ayuda de su esposo, hijo y demás familiares han podido crear un ambiente agradable que aunque no cumple con todo lo que Valentina requiere, ella ha podido socializar y realizar sus terapias sin mayor complicaciones.

 

La joven madre quien combina su papel de cuidadora con su actividad de reportera en medios de comunicación, entiende que la salud de su hija en tiempos de coronavirus significa una doble responsabilidad, para eso se ha organizado teniendo pocas horas para la siesta nocturna y sus actividades diarias.

 

El cuidado para Valentina se programa una noche anterior, así han sido estos 120 días de confinamiento, todo está cronológicamente adaptado a ella, desde temprano comienza la actividad lúdica, los juegos, la música, por las tardes comienzan las terapias físicas y de lenguaje.

 

 

 

Recientemente, después de varios meses de acudir a terapia, la menor pronunció sus primeras dos palabras “Hola” y “Mamá” y con eso bastó para celebrar su avance, lo cual señala que en su hogar a pesar de que es lento el aprendizaje, las cosas se están haciendo bien.

 

 “Nuestro corazón latió fuertemente, mi hija habló después de 2 años y medio de su vida y eso para mi es muy importante porque Valentina ni siquiera balbuceaba, y ahora ya pronuncia dos palabras, creo que vamos avanzando muy bien”.

 

Aseguró también que los niños que tienen este diagnóstico difícilmente comprenden las medidas sanitarias, inclusive Valentina se niega a usar el cubrebocas, por eso prefiere tenerla en casa y no regresará a clases hasta que exista una vacuna que compruebe la inmunidad a este nuevo virus.

 

“Prefiero tenerla sana y cuidandola, aquí le estamos haciendo de maestros, de terapeutas, de psicólogos, todos hemos contribuido, es una situación de adaptación pero que hemos afrontado para que nuestra hija salga adelante, no podemos dejar que se quede parado todo el esfuerzo de varios meses desde que le detectaron su discapacidad, y para eso tenemos mucha paciencia”.

 

Los altos costos también se reflejan en su bolsillo, eso no lo puede negar, porque a pesar de que lleva una dieta balanceada, también se adquieren medicamentos y materiales lúdicos constantemente, debido a que uno de los mecanismos que más se reflejan con este síndrome es el aburrimiento fácil o la falta de atención, por lo que se requiere de mucha fuerza, dinamismo y atención a todas horas.

 

“Esta vida nos tocó vivir y aquí estamos firmes en medio de una pandemia, no nos queremos morir, por eso nos estamos cuidando, es difícil, sumamente complicado tener un hijo con una discapacidad, no es nada fácil, y más cuando se trata de la educación, es un esfuerzo  doble pero que vale la pena arriesgarse”, concluyó.

Diana Manzo / Agencia de Noticias IstmoPress

 

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