Heriberto Antonio, el alfarero zapoteca que obtuvo el Premio Estatal de Arte Popular Benito Juárez 2020

* Ganó en la categoría de Barro Policromado por su obra “Sa’ Xquidxe”

 

* “La pandemia nos enseñó a sobrevivir, pero es necesario aprender nuevas técnicas” : Heriberto Antonio Jiménez

 

#Ixtaltepec 11 Dic (#Istmopress) – Con su obra llamada “Sa’ Xquidxe, Fiesta del Pueblo” donde  rinde un homenaje en barro a los danzantes y músicos de su natal  Ixtaltepec Oaxaca, el alfarero zapoteca, Heriberto Antonio fue reconocido con el Premio Estatal de Arte Popular en la categoría  de “Barro Policromado”, que es un estilo que cobra vida al iluminarse la arcilla.

 

Este reconocimiento de talla estatal lo otorgó el Instituto Oaxaqueño de las Artesanias (IOA) con anuencia de la Secretaria de Cultura, Secretaria de Bienestar y el Fondo Nacional para las Artes (Fonart). 

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El encierro por la contingencia del Covid-19 y la baja producción de artesanías por la cancelación de fiestas y eventos sociales motivó a Heriberto de 45 años a crear esta obra de arte que para él significa “una renovación”, pues la pandemia le enseñó a sobrevivir y a mejorar la calidad de sus obras.

 

“Sa Xquidxe” es una representación de la fiesta tradicional de los pueblos zapotecas, las piezas de barro traen forma y movimiento, también incluyó el atuendo que visten las mujeres “Enagua y Huipil” y los hombres “Guayabera blanca y pantalón oscuro”, y a los músicos con sus respectivos instrumentos musicales.

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Heriberto de 45 años de edad heredó el talento y amor por la alfarería de su abuelo y su padre y desde su taller ubicado en su hogar diseñó cada una de las piezas de su obra premiada

 

“Quise mostrar a mi gente, a mi pueblo, a las fiestas, tal vez lo elaboré al ver que se cancelaron, al ver que no había nada ahora por la pandemia y mira, ahora la reconocieron, ojalá y no solo que de ahí, es necesario que las instituciones valoren nuestras obras, que nos ayuden a promoverlas y que podamos vender a mayor cantidad y escala, por que eso nos hace falta”.

 

Ixtaltepec, es una localidad ubicada en el istmo de Tehuantepec donde existen un aproximado de 60 talleres familiares de alfarería, en

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. * “La pandemia nos enseñó a sobrevivir, pero es necesario aprender nuevas técnicas” : Heriberto Antonio Jiménez

 

Con la pandemia, su taller al igual que los otros de la localidad  también sufrieron cambios en la elaboración de las ollas,  dejaron de hacer las  tradicionales  que eran para las celebraciones y fiestas y los cambiaron por “maceteros” de diversas formas y dibujos, esa es una forma de “adaptación” que les ha dado solvencia económica  tras la cancelación de pedidos.

 

Para elaborar una pieza de alfarería, el proceso es extenso y laborioso, el barro lo adquieren de los cerros de la localidad de Chihuitán, Oaxaca, aproximadamente a 40 minutos de Ixtaltepec, posteriormente se tritura y se prepara con arena, se deja reposar  durante un día y después con un torno de madera comienzan a elaborarse las piezas, hay algunas que tardan hasta dos días, especialmente las enormes ollas; después  se introduce a un horno de leña a altas temperaturas y finalmente lleva un proceso de diseño en caso de ser necesario o conforme a las necesidades del cliente.

 

El artesano considera que no todo ha sido negativo en pandemia, pues a él le floreció la idea de elaborar piezas con mayor precisión y cuidado como esta obra premiada, por lo que reconoció que “hace falta más capacitación” de parte de las instituciones que de por si es muy poco el valor que reconocen a estas obras.

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“Es necesario que sepamos de técnicas, de formas, de otras texturas, hacer combinaciones, pero eso urgen las capacitaciones, pero dinero es lo que no tenemos, porque nuestro arte se vende en serie y barato, ojalá las autoridades nos ayuden, nos capaciten y seguramente saldrán mejores y con mas calidad nuestras ollas”.

 

Los alfareros también han tenido que duplicar sus oficios, unos por la mañana elaboran ollas y por la tarde van al campo o son albañiles.

 

Los días  pasan, han sido nueve  meses  desde que comenzó la emergencia sanitaria, y en el “Barrio Cantaritos”, donde se ubican ambos talleres familiares y otra decena más, pareciera no ocurrir nada, sin embargo, las familias han tenido que adaptarse a esta nueva normalidad, algunas trabajan diariamente y otras solo dos veces por semana, la producción no se detiene, al contrario resiste para seguir preservando este oficio tradicional zapoteca.

 

Diana Manzo / Agencia de Noticias IstmoPress

 

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