Artesana juchiteca innova  el arte de la talabartería para conservar este oficio

 

#Juchitán 26 Mar (#istmopress) – Milady  Cabrera Martínez   tiene 20 años de edad, es juchiteca, estudiante de la carrera de   ingeniería electromecánica y  elabora huaraches  y accesorios de cuero porque no quiere  que   muera el  oficio  de la talabartería que cada vez va en decadencia y para conservarlo ha innovado modelos  en textura, técnica y calidad que exporta en otras ciudades y países a través de su  tienda en línea llamada “Mari Mar”.

 

Es una de las talabateras más joven de la región del Istmo de Tehuantepec e inclusive del estado de Oaxaca, aprendió de su padre y ahora tiene su propio taller en donde todos los días elabora sus huaraches de cuero bajo una nueva técnica sin perder su identidad zapoteca.

 

A los 17 años de edad comenzó  como ayudante en el taller  de talabartería  de su padre quién además de ser artesano también es profesor de educación primaria,  y después de permanecer un año  y aprender, decidió independizarse y desde entonces creó su tienda en línea donde se ha ganado el agrado de clientes de todo el mundo.

 

Vestida con su atuendo zapoteca (enagua y huipil) y escuchando música tradicional Milady comienza sus labores por unas cuantas horas por la mañana y después se va a la escuela, come y nuevamente al taller hasta las altas horas de la noche, para elaborar un par de huaraches demora entre 4 y 5  horas, todo de forma artesanal.

 

Los clavos, el martillo, las pinzas, tachuelas , pegamento y cortadores especiales  son los instrumentos que domina Milady además de la precisión y exactitud para que cada pieza salga al gusto del cliente.

 

Las hormas que usa no son de plástico sino de madera que son elaboradas por su padre, y ella elabora los huaraches,  cada una de las piezas que la joven artesana realiza lleva  implicados sus pensamientos y armonía, por eso los considera “piezas únicas”.

 

“Elaborar huaraches ha sido una terapia para mi, me gusta mucho,  porque ahí he dejado pedazos de mi corazón, mi papá se encarga de tratar la piel, dejarla suave y sin olor alguno, y yo los elaboro, corto la piel de acuerdo a la horma y modelo elegido y también si hay que añadirle texturas de bordado tradicional se le coloca, lo que importa es que le guste a los clientes, por fortuna todo ha sido bien aceptado”.

 

Con lo  que obtiene de sus ventas, Milady paga sus estudios universitarios e invierte para que su negocio siga creciendo siempre en busca de las tendencias pero sin perder su origen tradicional, los huaraches que vende muestran una importante  calidad, inclusive carecen de olor y su textura es altamente suave y acogedora.

 

“Es una mirada a lo cotidiano lo que hago con las tendencias y ha gustado mucho, cuando les digo que soy talabartera no me creen y piensan que mi papá es quién los elabora, pero no, mi sueño es ver mi negocio progresar, que mejore y que se expanda más , me alegro cuando me dicen que se los llevan a otros estados o países, eso da muestra de que hay calidad”.

 

El sueño de Milady es que su oficio  de talabartera y su profesión que próximamente concluirá se vinculen, que el negocio crezca y logre crear una fabrica donde aplique la ingeniería con la talabartería y así logre diseños más sofisticados que puedan exportarse y lograr posicionar la vida de un pueblo zapoteca.

 

“Hacer huaraches es mi vida, mi pasión y mi todo, es demostrar que una cultura puede trascender por eso me gusta lo que hago, y con mi profesión de ingeniera sé que puedo lograr muchas cosas, agradezco a mi padre por su herencia de amar a mi gente y lo que hacen, la talabartería es un sueño que anhele aprender y ahora gozo elaborar huaraches”, concluyó.

Diana Manzo / Agencia de Noticias Istmopress

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