Mercado  “ La Estación ”  donde la historia se escribió con el paso del ferrocarril

 

#Especiales #UniónHidalgo  7 Nov (#istmopress) – Apenas los rayos del sol  comienzan aparecer cuando en los pasillos se comienza a escuchar murmullos, sin pasar desapercibido los  saludos de buenos días y los múltiples aromas de comida  que se perciben al caminar sobre ellos, es la esencia de la vendimia de las locatarias del mercado “La estación” donde se come y se convive con las mujeres de Unión Hidalgo (Ranchu Gubiña).

Este rincón de la gastronomía zapoteca del Istmo de Tehuantepec,  guarda recuerdos del ferrocarril, cuando en sus tiempos gloriosos de los años setenta y ochenta, miles de pasajeros descendían de los vagones para disfrutar de los antojitos y bebidas tradicionales que más de 200 mujeres ofertaban de lunes a domingo.

La estación, como conocen los pobladores de Unión Hidalgo al mercado 7 de Noviembre, que se fundó en el año de 1967 con el silbido del tren, como un espacio de vendimia para mejorar los ingresos familiares y también proporcionar alimentos a los viajeros y turistas  que viajaban en el tren de ferrocarril de la estación de Ciudad Ixtepec al estado de Chiapas.

A este mercado no solo llegan los comensales de Unión Hidalgo, sino también de Juchitán, Salina Cruz, Ciudad Ixtepec y turistas de todo el país en la temporada de vacaciones.

Este  7 de Noviembre  el mercado tradicional cumplió 48 años de ser un espacio de vida e ingreso familiar para las más de 200 locatarias, algunas fundadoras y otras de reciente ingreso, quienes sin tomar días de descanso acuden a ofertar productos típicos de la comida, bebida así como ropa, calzado.

El arroz con leche, las empandas y el agua de horchata es el antojito más gustado por los comensales, quién no disfruta este platillo es por que no visitó el mercadito de la Estación, como lo conocen.

También es fácil encontrar armadillo, iguana, huevo de tortuga, camarones, pescado, carne de res y puerco, flores, además de artículos de peltre, platos, vasos , calzado y ropa y hasta discos compactos.

En este lugar, más de tres décadas fue un espacio rustico, donde las mesas y bancos de madera lucían en cada uno de los espacios, divididos de un metro y medio cada uno, donde el techo era totalmente de lamina de cartón.

Actualmente, el mercadito “la estación” se ha renovado,  y a pesar de que no goza de luz eléctrica, algunas autoridades municipales se han encargado de realizar el techo  y las bancas de concreto para darle una vista mejor y mayor higiene a los productos que se ofertan.

Las locatarias, que en un 98 por ciento son mujeres y  solo dos hombres (El señor de los tacos y las verduras) cumplen una jornada de ocho horas, llegan a las 6:00 de la mañana y se van a las 2:00 de la tarde.

Ellas valoran su libertad y ser jefas de familia, aunque señalan que “no hay de otra” porque siendo vendedoras no gozaran de pensión para el retiro,  seguro social y aguinaldo.

Naima Azair Martínez,  es una de las locatarias de mayor trayectoria, se ha dedicado por más de 42 años a la venta de pollo crudo, oficio que heredo de su madre, Juanita Martínez López, una de las fundadoras de este mercado público.

En este espacio Naima ha creado a sus hijos, les ha dado estudios, ha comprado sus bienes y ha mantenido a su familia.

Relató  que los tiempos de gloria eran cuando el ferrocarril circulaba con pasajeros, cuando del tren descendían cientos de personas de otros sitios, compraban comida y se iban a su lugar de origen o su destino.

Ahora aseguró solo el recuerdo del silbido del tren es lo que viven, porque solo transita por carga una sola vez al día.

“Recuerdo que dos kilómetros antes escuchábamos el silbido del tren, de inmediato comenzábamos a preparar la vendimia, en mi caso, llenaba en bolsas los pollos, algunos enteros otros por pedazos, la compañera de las empanadas tenia listo los platos de cinco y diez pesos, asimismo las del agua de horchata y limón y que decir de la de los tamalitos de elote con crema y queso, en fin esos recuerdos nadie los borrará no solo de mi mente, sino de mi corazón”, expresó.

A Naima, su vida  ha sido en el mercado de la Estación, se ha hecho de amigas y comadres, y también de ciertas  separaciones y divisiones que se ocasionan  cada que hay campañas políticas, que al terminar regresan de nuevo a la normalidad.

“Aquí hay de todo, las que le van al PRI y las que le van al PRD, casi no hay de otros partidos políticos, sin embargo la convivencia es sana, nos hablamos todas, hay libre oferta, cada quién vende sus productos a su modo y los oferta como puede, nos consideramos una familia, nos duele quien se va y muere, es la vida diaria del mercado público el Estación”, puntualizó.

Cada tres años renuevan su mesa directiva, actualmente Mirna López Martínez, Georgina Martínez Espinoza, Minerva Martínez y Cándida Ruiz   son las responsables de solicitar un velador y limpieza a la autoridad municipal.

Cada una de las locatarias aporta de dos a cinco pesos de cooperación diaria a la tesorera de la mesa directiva, con la finalidad de ver por las mejoras del sitio.

Es la autoridad municipal, quién se encarga de recibir el recurso y cada diez de mayo les obsequia regalos y en cada aniversario les comparte la música.

A las más de 200 mujeres la crisis económica también les ha afectado, Mirna Martínez, tiene cuatro años de vender en el mercado y aseguró que es el Trueque (Intercambio de productos) lo que ha fortalecido la permanencia de muchas.

“Cambiamos ropa por comida, otras verduras por bebidas, queso por pan, tortillas por iguana, armadillo por pescado, en fin, le tenemos que buscar para llegar a la casa con algo, no es fácil, pero aquí seguimos, es nuestra vida, muchas son amas de casa, otras profesionistas jubiladas y otras jefas de familia, son las mujeres de Ranchu Gubiña las que se emplean a diario en este lugar”, detalló.

Para las locatarias, el sol, la lluvia y  el viento fuerte que sopla los últimos meses del año no impide trabajar, la temporada de vacaciones y fechas especiales del calendario es cuando más venden, la vida no es fácil pero se han podido superar, porque la pasión y el amor por la sobrevivencia superan toda crisis económica.

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2Con información de DIANA MANZO/CORRESPONSAL

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