Alma y el holán, el complemento de la vestimenta zapoteca

Especial Istmopress

JUCHITÁN 19 Sep (istmopress) – Metros y metros de tela blanca que simulan un tapete de nieve, invaden el espacio de Alma Delia Santiago Vicente, originaria de Juchitán, que desde hace 27 años elabora delicadamente holanes, que son el complemento del traje istmeño que viste la mujer zapoteca.

 

Sin el holán, el traje no luciría en la parte inferior, los hay almidonados, flácidos y sumamente elegantes, son los que le dan el toque perfecto para el moldeado de la figura de la mujer en las fiestas patronales y tradicionales de los pueblos del Istmo de Tehuantepec.

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Esta pieza  elemental en la vestimenta de la mujer zapoteca  ha pasado por diversas transformaciones que van desde los muy almidonados hasta los flexibles pero bien diseñados, los hay de encaje, organdil, tira bordada y con listón.

 

El gusto por la ropa típica de su tierra,  la motivó a sumergirse  en el mundo de las telas y los hilos, por lo que decidió estudiar corte y confección, pero  además de holanes también elabora enaguas, huipiles, vestidos de noche, novia y quinceañeras.

 

Recién egresada de la carrera  técnica de Corte y confección, pensó como podría  hacerle  para mejorar su economía y apoyar a sus padres, por lo que decidió  confeccionar holanes, se trasladó al Distrito Federal donde adquirió diversas texturas que sin descanso ha sido su mayor fuente de ingreso pero sobre todo su pasión.

 

Alma descubrió  que su talento y creatividad eran únicos, por lo que comenzó a diseñarlos para el gusto y modo de sus clientas, que actualmente son muchas y de todas partes de la república mexicana.

 

“Observé a mi alrededor en que podía emplear para poder conseguir un ingreso seguro y a la vez disfrutar mi oficio, en Juchitán las fiestas son a diario y en Mayo mucho más, y la mujer siempre quiere lucir un holán novedoso, por eso comencé a confeccionarlos  a mi gusto y creatividad, gustó mucho con mis amigas, familiares y paisanas”, explicó.

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Con el lema “A la moda lo que te acomoda”, Alma ha diseñado infinidad de  innovadores holanes pero sin perder la esencia del almidonado y duro con picos que utilizaban en los años cuarenta y cincuenta sus abuelas y tampoco los de organdil flácidos que daban iluminación a las enaguas de Frida Khalo.

 

Para la elaboración de un holán sin almidonar , invierte entre diez o quince minutos confecciona entre una decena y una docena al día, pero en temporada de las fiestas titulares de Juchitán que se celebran en el mes de Mayo, su producción aumenta a veinte piezas.

 

Los modelos de holanes se dividen en Plizado, organdil, organza bordada y sencilla, pasa listón, blanco y tehuano, que se venden desde 100 hasta 500 pesos.

 

El ritual para Alma  no inicia hasta que prenda su vela y coloque sus flores al señor de los Esquipulas, quién es la imagen religiosa a quién se invoca para bendecir su negocio diariamente.

 

Durante más de doce horas al día de Lunes a Domingo, destina para confeccionar este accesorio elemental en la vestidura de la mujer istmeña, sus hijas  Diana Laura y Lady Guadalupe, también heredaron el oficio y su esposo Pedro Sánchez Santiago, tuvo que abandonar su empleo como ojalatero para también contribuir y salir avante ante tantos compromisos.

 

Su maquina de cocer, tijeras, hilo, aguja, tela, cinta métrica  y accesorios complementan su trabajo diario en el quehacer de los holanes, no falta un solo día en que Alma y sus dos hijas lo hagan y cada vez aumenta la demanda.

 

Clientas de su natal Juchitán, San Miguel Chimalapa, Santiago Astata, Santa María Xadani, Tehuantepec, Salina Cruz, Oaxaca y hasta de la Ciudad de México la visitan, no falta un solo día en que Alma venda más de cinco piezas, todas confeccionadas por su creatividad.

 

Existen dos medidas que se utilizan para el uso de holán, el de la mujer adulta  y de niña,  los cuales miden 3 y  2 metros respectivamente.

 

Para su elaboración se utilizan  seis metros de organdil, guipiur o encaje todo dependerá del modelo, doce metros de organza, 18 metros de listón blanco, 3 metros de tela tuzor que se utiliza para la pretina o boca del holán.

 

En caso de un holán tehuano y holán duro  se utiliza almidón, el cual se disuelve con agua y se pone al fuego lento hasta que hierva , posteriormente se introduce la tela y se coloca al sol media hora y de inmediato se plancha obteniendo una textura dura.

 

Su esposo Pedro  y sus hijas son sus  principales referentes dentro de su taller, , él colabora en buscarle las texturas, ambos hacen las combinaciones previo a su costura y si no les gusta, lo desbaratan, están al cien por ciento para servir a sus clientas, mientras que sus hijas se dedican a bordar enaguas y huipiles y también saben costurar los holanes.

 

“Todo tiene su porqué, el holán es elemental, sin esta pieza, el traje no luciría agradable a la vista de los espectadores, la mujer puede llegar sin flores en la cabeza pero no sin un holán, esta tela blanca recogida y diseñada al gusto es la elegancia de la vestimenta istmeña y que se presume en cada fiesta”, recalcó.

Nunca ha pensado en exportar sus productos o ponerles un logotipo, asegura que su trabajo es artesanal, las piezas son únicas y requieren de mucho cuidado y talento.

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«No se trata de conformismo, tengo a mis clientas, algunas compran en mayoreo y otras en menudeo, la mayor satisfacción es que cuando me visitan se llevan lo que les gusta, salen satisfechas de mi trabajo, esa es mi mayor recompensa, no necesito premiso y tampoco alabanzas, sino que la clienta quede satisfecha», puntualizó.

Alma y  su familia gozan de  confeccionar los holanes, nada las detiene, reciben a sus clientes con buena vibra, duermen pocas horas y aseguran tienen mucha “madera” para seguir adelante y seguir revolucionando el holán istmeño, pieza fundamental de la vestimenta de la mujer zapoteca.

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